CAPÍTULO 49: Benjamin

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Comencé a alejarme de aquella dolorosa situación, haber visto a Carl y Enid besarse me había quitado todas las ganas de visitar a Maggie y Sasha.

Necesitaba despejar mi mente por completo.

Pude observar el alrededor y suspiré. Comencé a dirigirme hacia el Este mientras veía la pistola en mi mano, una pequeña k-14, estas eran las pistolas favoritas de Tom.

Puse toda mi atención en el camino y solo me detuve al ver a un caminante salir de una casa acercándose hacia mi.

Logré clavarle mi navaja y éste cayó rendido al suelo. Luego me adentré a aquella casa desconocida con el fin de buscar algo que pudiera servime en la cocina, quizás algo para llevar a Alexandria, algo para Liam o Judith, algunos juguetes para que ellos se divirtieran.

Examiné el lugar por un par de segundos, todo se  veía normal. Me asomé hasta la sala y sonreí al encontrar un par de sonajas, una amarilla y otra de color celeste, sería perfecto para los pequeños.

Subí al segundo piso de la casa cuidadosamente tapando mis orejas, odiaba que las escaleras rechinasen demasiado.

Me asomé a la ventana y sonreí al ver un pequeño vecindario. Alejé mi rostro de la ventana pero al instante caí al suelo después de tropezar con algo.

Busqué alrededor a mi atacante mientras escuchaba sus quejidos y reprimi una mueca de asco al ver que ese caminante no tenía una pierna.

Decidí acabar con su sufrimiento y le incrusté mi navaja en el cráneo, limpié el líquido rojo en el trapo que llevaba en mi cinturón.

Me digne a salir de aquella casa y me dirigí al vecindario mientras comía una barra de chocolate. Miré hacia el cielo por un instante para darme cuenta de la hora, sin embargo aún era temprano.

Tres caminantes se cruzaron en mi camino y los maté sin hacer casi ningún esfuerzo, esto se había echo una costumbre.

Abrí las rejas de una casa y entré en su patio, habían cochecitos y otras cosas destruidas encima del pasto verdoso, y entre estos unos juguetes de bebés. Solo me limité a negar con el rostro, tal vez aquellos niños no habían sobrevivido al virus.

Me agaché y miré el pasto, podrían haber balas o municiones que me serían necesarias. Me levanté rápidamente dirígiendo mi vista hacia el ruido que ocasionaba un caballo, el animal relinchaba y estaba asustado.

Abrí las rejas y volví a salir parandome en frente del caballo, alcé mis manos para que éste se detuviera.

—Ya, tranquilo, ven—murmuré frente al animal tratando de calmarlo, tal vez había escapado de una horda. Comencé a acariciarlo para que dejase de estar asustado y éste pareció calmarse un poco—¿De dónde has salido?—logré preguntar sabiendo que no iba a responderme.

El caballo tenía puesto los materiales correctos para que alguien lo cabalgase lo que me hizo pensar que quizás su dueño estaba cerca.

Entré con el animal y éste se quedó mirando el pasto, cerré las rejas. Sabía que esto no evitaría que un caminante viera al caballo pero si me daría el tiempo suficiente para matar al devorador.

Me tomé la libertad de escalar un árbol y saqué unas cuantas manzanas, había pasado mucho tiempo sin comer una manzana.

No comía una desde que Tom estaba aquí y desde el desayuno que Deanna había organizado.

Le ofrecí una manzana al caballo y este pareció relinchar de alegría y lo aceptó, pude observarlo mientras masticaba lentamente la fruta entre sus dientes.

ESDA »Carl Grimes« [TERMINADA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora