Guerra

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Separados, cada uno en su trinchera,
se habían contemplado durante
largos días y noches sin luna.
Muertos de frío, hirviendo de miedo,
sabiendo que,
tarde o temprano, tendrían que ir
el uno a por el otro.

Y ese momento al final llegó.
Comenzó la guerra.
Limpiaron sus armas,
apuraron de un sorbo
el agua que les quedaba
y saltaron de sus trincheras...

Gritando mientras corrían
al encuentro de su enemigo,

quitándose con rabia la ropa
para enfrentarse, desnudos,
al abrazo inevitable entre ambos.

Conscientes de que,
más pronto que tarde,
después de aquella noche,

inevitablemente,
uno de los dos
jamás saldría vivo
de aquella batalla.

Astronomía de tus lunaresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora