"Los odio. Siempre odiaré a la Generación de Milagros" Dice siempre aquella chica de cabello negro cruzándose de brazos. Para ella, todos los integrantes de la Generación de Milagros no son más que fenómenos sobre valorados.
Lástima para ella estar...
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Logré apartarme bruscamente de un solo empujón.
— ¿Eres idiota o simplemente no piensas? —le dije despectivamente.
Akashi Seijuro abrió los ojos sorprendido.
— ¿Quién te crees para hacer eso sin si quiera consultarme? ¡¿Quién te crees que eres?!
—Akashi Seijuro—respondió sin dar rodeos.
— ¿Y eso te hace alguien para hacer lo que te plazca?
—Me hace alguien por encima de ti—sonrió—El capitán de tu equipo de baloncesto.
Sin creerme todavía sus palabras, que parecían ser sacadas de la mente de un niño de tres años, resoplé con ira y me apreté la coleta; después crucé los brazos.
—Te lo digo muy en serio...No quiero que vuelvas a hacer una tontería como esta, ¡Te lo digo muy en serio!
Akashi me imitó y también se cruzó de brazos, pero la diferencia recaía en su orgullosa sonrisa de oreja a oreja.
— ¿Y tú eres quién para darme órdenes? —preguntó con un tono de sabelotodo repugnante.
Dando fuertes pisotones hacia él, no tuve que alzarme para llegar a su altura, pues éramos casi del mismo tamaño, entonces con mi dedo índice le di toqueteos en el pecho, intentando clavarle las uñas en vez de acariciarlo con las yemas de mis dedos. Al mismo tiempo en el que lo hacía, le respondí separando en sílabas:
— ¡Saionji Akari!
A ambos nos asustó el chirrido de la puerta abrirse, pero quedamos en nuestras posiciones mirándonos fijamente. De repente, me abrazaron por detrás de la cintura fuertemente, apretujándome con todas las fuerzas posibles. La voz del meloso <<abrazador>> se oyó alegre y risueña con un pequeño canturreo.
— ¡Llegaste! —gritó Hayama volteándome hacia él— Ahora ya no falta nadie.
— ¿Eichiki llegó? —preguntó Akashi.
Hayama asintió con la cabeza. Chasqueó los dedos haciendo un ademán con la cabeza, como si hubiera recordado algo. Se dirigió a Akashi con las manos en los bolsillos.
—Lo siento Akashi, no encontramos el control de la pantalla por ningún lado.
—Lo vi después de que fueran a buscarlo en mi escritorio, Kotaro. Gracias por ir a buscarlo—Akashi agarró de su mesa un diminuto control color gris con un montón de botones de varios colores. Se metió sus manos en los bolsillos traseros del pantalón, al igual que hizo con el control.
Me sentí engañada al oír que Hayama y Mibuchi no estaban buscando balones para practicar, sino el control de una pantalla que Akashi por alguna razón necesitaba. El control se veía claramente en el escritorio de Akashi, entonces supuse que fue por eso la mentira de los balones: si yo llego a ver el control encima del escritorio y Akashi me decía que Hayama y Mibuchi lo estaban buscando, era obvio que no me podía pillar tan desprevenida en comparación con la mentira del baloncesto. Él sabe muy bien que la idea de jugar con ellos a ese deporte no es de mi agrado (uno, porque los odio y dos, porque odio el baloncesto) y decirme la verdad sobre el control no sería lo mejor para llevar a cabo su "agradable" sorpresa, pues era obvio que yo vería el control y esperaría afuera a Mibuchi y a Hayama con una sonrisa, mientras les mostraba en su cara el control de la pantalla y así reírme de todo su esfuerzo perdido.
