Saionji Akari y yo íbamos a la misma clase en la secundaria, por lo que no pude evitar hacer contacto visual con ella. Días más tarde de haber empezado la secundaria y tuve la certeza de decir que conocía a la mayoría de personas en ese lugar, me enteré, por medio de sus amigos, que la alta chica era parte del club de voleibol Kanpekina Tsubasa. Aproveché tener esa información en mis manos para ir a ver los partidos del equipo e intentar relacionarme más con mi compañera de clases; el voleibol no me interesaba en lo absoluto, pero una vez pude ver un partido serio de Saionji Akari, quedé fascinado con el deporte.
Ella no resaltaba, en ojos de los conocedores amplios del voleibol, para nada en los partidos; era la rematadora quien lograba hacer gritar a toda la audiencia y hacer a todos levantarse de los asientos por la emoción de verla anotar un punto. Para mí, Saionji Akari fue la causante de despertar mi afición por el voleibol y que no dejara de ver enfrentamientos de grandes equipos por el Internet. A diferencia de quienes iban a ver los partidos del equipo de Akari y aclamaban a la rematadora, yo le aplaudía a la armadora, es decir, a Akari, por haberle pasado el balón, de una forma perfecta, a su compañera para que pudiera rematar y meter un punto.
Es verdad. La principal razón por la cual iba a los partidos de Kanpekina Tsubasa era para ver a Akari en acción y no porque el voleibol fuera mi pasión, pero no podía dejar de apreciar la elegancia, la fuerza y la belleza con la que Saionji, tan delicadamente, pasaba el balón y le aseguraba a todos en la cancha que la rematadora no iba a ser capaz de fallar con tan inigualable pase.
Pude notar en su mirada al salir de los partidos que empezaba a darse cuenta de mi presencia en cada uno de ellos y que era el mismo chico, sentado a sólo dos asientos delante de ella en el colegio, único rubio de su clase. Yo tenía la completa seguridad y valentía para empezar a hablarle y días más tarde de su último partido del mes de mayo, no dudé y me acerqué a ella para entablar una conversación y volvernos amigos; puesto que no, aún no lo éramos.
Saionji Akari, se veía desde lejos como una persona despreciable, fría y poco amigable, pero una vez se le conocía bien, esos prejuicios se convertían en arrepentimientos por haber pensado tales barbaridades sobre la preciosa pre-adolescente de largo cabello negro. Cuando empezamos a salir como amigos los fines de semana y hablábamos a la hora del almuerzo por unos escasos cinco minutos, Akari desprendía toda la amabilidad y sinceridad propias de una persona y rápidamente caí perdido enamorado de ella. Su personalidad era tan o más hermosa que su apariencia; al ser la chica más alta de la clase no podía no destacar y si le sumamos el hermoso cabello color azabache, largo como sus piernas y cuello, y sus ojos, de un color tan extraño como puede ser la mezcla de un gris potente y un azul tan claro como un cielo a punto de ser nublado, se convertía en una preciosa ninfa traía desde las tierras más bellas.
Sin la más mínima vergüenza, me armé de valor y seguridad para que, en el festival de verano de ese mismo año, le pidiera salir conmigo. Tenía todo planeado; íbamos a quedar delante de su casa para ir juntos al festival y una vez lanzaran los fuegos artificiales, como un protagonista de las telenovelas, le confesaría mis sentimientos.
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Emperor Red "Heterocromía"- Akashi Seijuro (KUROKO NO BASUKE-KUROKO NO BASKET)
Fanfic"Los odio. Siempre odiaré a la Generación de Milagros" Dice siempre aquella chica de cabello negro cruzándose de brazos. Para ella, todos los integrantes de la Generación de Milagros no son más que fenómenos sobre valorados. Lástima para ella estar...