Capítulo XXXVIX- SS "¡Melodía del corazón!"

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CAPÍTULO NARRADO POR: SAIONJI SEIJURO

Hace años, Akashi Seijuro, con sus dolorosas palabras, me destruyó, procurando que sus insultos se mantuvieran vivos en mi pecho, siendo capaces de destruir cualquier sueño o deseo que me hiciera recuperar la esperanza

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Hace años, Akashi Seijuro, con sus dolorosas palabras, me destruyó, procurando que sus insultos se mantuvieran vivos en mi pecho, siendo capaces de destruir cualquier sueño o deseo que me hiciera recuperar la esperanza. Él consiguió su objetivo; yo nunca logré reponerme del daño causado, pues la depresión nubló mi corazón, la desesperación mi razón. En ningún momento se me pasó por la cabeza la idea de intentar salir del profundo hoyo al cual me habían arrojado; mi sensible personalidad no soportó ser despreciada de manera tan horrible, y así perdí mi convicción para luchar y recuperar mi esperanza. Mas, cuando creí que ya todo se había derrumbado dentro de mí, la misma persona que en el pasado me hirió con total gravedad, ahora en el presente me extiende una mano y me ayuda a salir de donde yo había quedado atrapado; Akashi Seijuro me sonríe y me invita a construir un nuevo futuro olvidando los miedos nacidos en el ayer.

Al cruzarme con Akashi nuevamente sentí que mi corazón iba a detenerse. No sabía cómo actuar en su presencia después de nuestra desgarradora discusión de hace tiempo; tenía miedo de que él pudiese sacar el tema y me humillase, otra vez, haciéndome creer que, verdaderamente, ya no tenía sentido mantenerme de pie. Pero en vez de volver a escuchar sus frías opiniones y toparme con una malvada expresión acompañada de unos vacíos ojos, fui abrazado por un cálido reencuentro, repleto de sonrisas en el cual no se recordaban los malos tratos del pasado, sino que nacían nuevas experiencias que susurraban: <<Puedes volver a empezar>>. Entonces decidí reiniciar mi cuento, comenzando por aceptar la petición de Akashi de participar con él en una actuación musical para el Festival Escolar de Rakuzan, cuyos ensayos se llevarían a cabo todos los días de la semana antes del evento, en la casa de Akashi Seijuro.

La mansión de Akashi Seijuro imponía tanto como lo hacía su dueño. Su grandeza era espectacular, abrumadora incluso para algunos, y la decoración con la que constaba era mucho más que exquisita. Los árboles alrededor de la vivienda le daban el merecido toque alegre, necesario en cualquier propiedad, y la fuente desprendía elegancia, así como el decorado interior, caracterizado por abusar del oro y del brillo. Me hubiese gustado haber disfrutado más la belleza de la mansión, pero lamentablemente el trabajo me estaba esperando, entonces Akashi me dirigió hacia la zona de la residencia donde íbamos a ensayar. La sala a donde me llevó era, al parecer, un espacio dedicado exclusivamente al estudio. Constaba con varios escritorios, grandes bibliotecas ¡repletas de libros!, muchas estanterías y armarios, algunos muebles, y en uno de los lados de la habitación se podía apreciar un majestuoso piano; arriba de este se escondía un violín en su funda. Akashi me ofreció sentarme en el asiento pegado a la ventana junto con el piano, y luego agarró su instrumento. De inmediato empezamos a ensayar.

Mi vergüenza, al comienzo, me impidió demostrar todo mi potencial. Las manos me sudaban y la pluma de la guitarra se me resbalaba de las manos a cada rato, sin añadir que me costaba leer la partitura por estar más pendiente en Akashi que en mi trabajo. Todos estos fallos me sirvieron para darme cuenta de que si quería utilizar las prácticas con Akashi para reforzar mis lazos con él y dejarle en claro cuánto verdaderamente valgo, debía de calmarme, matar los nervios, y ser yo mismo a su lado. Mi cambio de actitud en el ensayo hizo que cuando Akashi y yo comenzamos a tocar al mismo tiempo, nuestra música se hizo una. El sonido del violín y el de la guitarra se entrelazaron y crearon una melodía diferente, única y apasionada.

Igual a la música que los dos untos creábamos, quería que fuera mi relación futura con Akashi Seijuro.

—Bien—dijo Akashi, guardando su instrumento en la funda—, podemos tomarnos un descanso.

Me levanté de mi asiento y, como mi compañero, guardé mi guitarra dentro de su estuche. Caminé hacia uno de los estantes y me puse a husmear entre los libros mientras Akashi acomodaba las partituras y demás hojas. En eso, el pelirrojo me habló:

— ¿Tu cantas, Seijuro?

Un escalofrío recorrió mi espalda al escucharlo decir mi nombre de pila. Bajé la cabeza, aun mirando los libros, dándole a él la espalda, y le contesté:

— ¿Cantar? —Repetí— Nunca lo he hecho... ¡Además! No creo que sea muy bueno...en eso...

— ¿Por qué lo dices si nunca has cantado? —preguntó.

—Bueno...—balbuceé—Yo...

—Me gustaría escucharte cantar—admitió.

Me volteé a verlo, sorprendido, y noté que su mirada estaba fija en mí. Esto provocó que mi cara se tiñera de rojo, y para que Akashi no lo notase, de inmediato volví a girarme hacia el librero, y comencé a juguetear con un mechón de mi cabello.

— ¿Ah...sí? No puedo asegurarte una buena experiencia oyendo mi canto...Ñarajujuju—reí. Me tapé la boca, avergonzado por mi patética risa. Carraspeé y añadí: —Sólo...supongo eso...No tengo claro si soy bueno.

Me mantuve con la mirada baja, mordiéndome los labios.

—Tengo pensado hacer otra actuación para el evento—informó Akashi—. Quiero que ambos cantemos para ese acto.

Noté cómo mi rostro empezaba a calentarse al imaginarme cantado con Akashi Seijuro. No era lo mismo tocar acompañado de un instrumento junto con otra persona; cantar con alguien, para mí, tenía mucho más significado.

—Si es así...—tragué saliva—Puedo hacer un intento...

—Me encantaría—agregó Akashi—. Trabajar con alguien con quien comparto muchas cosas hará que de nuestra cooperación salga un gran resultado.

Nos quedamos unos minutos en silencio. El incómodo momento fue roto por Akashi, quien agregó algo que nunca me esperé a oír de él:

— ¿Sabes? El otro día, en casa de Akari, no dejaba de verte.

Mi corazón empezó a latir con mucha fuerza. El doki doki de mi corazón se sumaba al ruido de pasos acercándose a mí, a la vez en la que Akashi hablaba con más lentitud y con un tono de voz más bajo y ronco.

—Me era imposible no hacerlo. Yo, al verte por primera vez el viernes, me di cuenta, inmediatamente, de que tú...—Akashi me tocó la cintura, obligándome a voltear a verle.

Con una de sus manos me recorrió la cintura; la otra, lentamente, subía hasta sujetarme la muñeca con plena delicadeza. Akashi se puso de puntillas para quedar cara a cara a mí, y fue acercando su rostro al mío, pudiendo ser capaz de sentir cómo su respiración tranquila se mezclaba con la mía, agitada, descontrolada. Podía notar el cuerpo de Akashi Seijuro pegado al mío, muy sudoroso por los nervios, impaciente por también estar boca a boca con él.

Los rasgados ojos de Akashi se fueron entrecerrando, y su boca, tan, pero tan cerca de la mía esbozó una pequeña y casi imperceptible sonrisa.

—Tú y yo compartimos muchas cosas...—susurró. Su sonrisa creció. — Jamás pensé en encontrar a una persona que, con tan sólo mirarla, pudiera saber tan de pronto que éramos muy parecidos. Por eso me da curiosidad saber hasta qué punto llegamos a ser compatibles... ¿Puedes creer que me haya dado cuenta de esto sólo por tus ojos? —concluyó: —Porque tienes heterocromía. Como yo.

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Emperor Red &quot;Heterocromía&quot;- Akashi Seijuro (KUROKO NO BASUKE-KUROKO NO BASKET)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora