Summer
Su cuerpo comparte su calor al mío, son casi las siete de la mañana y el sol ya está saliendo. Kaleb a mi lado se remueve, me tiene aplastada y abrazada con su brazo y su pierna. Tengo ganas de orinar pero me las aguanto como se pueda.
—Buenos días —me dice.
—Hola —murmuro.
Él se levanta, se aparta. Veo como sus manos intentan arreglar su cabello, me enderezo. Arreglo mi cabello y me restriego la cara con las manos.
—Te ves sexy cuando recién te levantas —le digo para no quedarnos en silencio.
—Eso es un halago bastante directo, solecito —me sonríe.
Me echo para atrás, él me mira, es muy temprano aún. Siento el deseo de seguir aquí con él, pero las cosas no son así siempre. Sólo un rato más.
—Gracias por quedarte —dice.
—Esos gestos no se agradecen, Kaleb.
Él me agarra las manos y hace que me enderece nuevamente, le sonrío y me lanzo hacia él.
—En serio te ves jodidamente sexy, Kaleb Rowe.
Él ríe, sus hombros tiemblan y me hace reír a mí mientras me tiene entre sus brazos.
—En serio me gusta que seas una loca directa —dice.
—Lo sé —sonrío pasando un dedo por su perfil y luego por sus pómulos.
Tiene rasgos exquisitos, marcados, y ojos azules fuera de lo común. Labios carnosos y cabello negro como la noche. Su mano está en mi cabello y no deseo que la aparte, mis dedos aún recorren sus facciones, porque hoy, aquí y ahora quiero admirarlas. No sé a qué viene esto, pero mi cuerpo advierte de su cercanía. Puedo sentir su aliento, su respiración, su pecho está pegado al mío porque no me ha soltado.
Siento sus labios... casi.
—¿Kaleb? —una voz femenina hace que demos un respingo y me aleje de él. Parpadeo, una cabellera rubia me dice que está aquí—. Kal, Pepper está de visita.
Ella nota mi presencia. Es Anika, su hermana. Nos mira con sorpresa y yo hago todo lo posible para arreglar mi cabello mientras me pregunto qué es lo que acaba de pasar. Mi estómago se ha revuelto, siento que mis labios queman. He estado tan cerca de él, como nunca. Quiero besarle ahora, pero no sé si es lo correcto. Si es muy poco tiempo para un beso. Después de su cercanía me siento perdida.
—An, buenos días —le dice—. Diles que ya bajo.
La miro, ella me está mirando con una sonrisa burlona pero amable.
—Hola, Summer —sonríe.
La he visto un par de veces, mi hermano es bastante juntado con los Rowe después de todo. Anika es preciosa y rubia.
—Hola, Anika —le sonrío.
Yo casi no tengo filtros, ¡no sé qué pasa, maldición!
—Bien, creo que deberían bajar.
Se retira y nos quedamos en silencio, pestañeo repetidas veces. Con sólo una simple cercanía me he quedado tan callada. No ha pasado eso con nadie, nunca.
—Creo que debería irme a casa.
—Sí, eso creo.
Bajamos y su familia me mira, ya he conocido a su padre antes. La abuela me mira con curiosidad, Anika ríe y Kaleb parece algo estresado.
—Me veo en la obligación de hacerme la sorprendida de ver a la chica de la que hablan los periódicos —dice la abuela. Sonríe, el bingo, lo recuerda y me conoce—. Summer River.
—Hola, señora Rowe.
Cinco minutos después me he despedido, salimos y no quiero que me vaya a dejar a casa. Quiero, necesito un taxi.
—Tomaré un taxi —le digo.
—Está bien.
Estamos tan secos como un árbol.
—Bien.
Acomodo mi pijama, todos me miran extraño. Extiendo la mano y un taxi se estaciona frente a nosotros.
—Adiós —le digo.
—Adiós, solecito —sonríe levemente, de lado.
Cuando llama así, siento que no todo está perdido. Antes de entrar al taxi, tomo fuerzas y me giro hacia él. Me acerco a su rostro y restriego mi nariz contra la suya en un gesto cariñoso.
Subo al taxi y lo dejo ahí, parado como una estatua de mármol. Le indico al conductor la dirección y me pregunto de dónde ha salido un gesto así de extraño y... cursi.
—Hija de los siete mares, me tenías preocupada —me dice mi abuela.
—Hola, Ela —le digo. Ella hace una mueca, le abrazo.
Me doy una ducha unos minutos después y me pongo ropa decente, algo de maquillaje y arreglo mi cabello.
—Me explicas qué es esto —me dice mi padre cuando me encuentra en la cocina.
Es el periódico de ayer, donde dicen que estoy con Kaleb.
—Papá, hoy no estoy de humor.
—¡Tú y tu hermano no saben hacer nada bien! —grita—. Olvídalo, Summer River. No estarás con ese muchacho, sobre mi cadáver. Es un Rowe.
—¿Cuál es tu jodido problema?
Estoy cansada, hoy me ha agarrado de mal humor y no toleraré nada.
—No puedo hacer nada con Kerrick, pero si a ti te tengo que casar con un muchacho que me agrade, ¡pues te casas!
—¡Estás loco, eso ya ni existe! —grito.
Me deja con los insultos en la boca, está enojado. No le creo, no creo que me obligue a casarme. Por Dios, es que si lo dice en voz alta, suena de lo más absurdo.
***
Trenzo mi cabello completo y miro por última vez el traje de mariachi que tanto me gusta. Pinto mis labios de rojo y sonrío.
—En tres minutos, Summer —me avisan.
Salgo a los pasillos y me encuentro con el mismo pesado que quiere algo de mí. No hoy, por favor.
—Preciosa, ¿aún no aceptas mi oferta?
—Quítate, cretino —le digo.
Me agarra del brazo, entonces mi mal humor ha encontrado nueva víctima y mi puño actua. Está mal, lo sé. La violencia no arregla nada, pero hoy ha sido un día duro para tener que soportar sus acosos al final. Me retiro al escenario en medio de sus amenazas.
Tomo un micrófono mientras mis dos compañeros de escenario de hoy empiezan a cantar, luego me uno y lo hacemos realmente bien. Me gusta mi trabajo.
Cuando entro en mi camerino, un ramo de girasoles me espera con una tarjeta y un sobre. Una sensación me invade.
«Es un boleto para Las Islas Galápagos para mañana, temprano. Te espero en el aeropuerto a las ocho de la mañana quizás para que vengas conmigo o para que te despidas. Eres una buena compañera, así que quiero que vengas conmigo. Espero que lo hagas. Flores de sol para mi solecito.
Con cariño, Kaleb»Sonrío, porque sólo alguien como Kal quiere irse de viaje de manera tan repentina. Marco su número, me contesta al segundo tono.
—¿Solecito? —murmura.
—Espérame a las ocho en el aeropuerto, Kaleb Rowe.
—Esperaré por ti ahí, Summer River.
Cierro la llamada con una grata sensación, necesito ese viaje... con él.
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¡Enamórate, Kaleb!
Teen FictionYa me he metido con idiotas que no respetan, con los que no quieren parar las manos, los que apuestan, los que no quieren nada serio, hasta con uno amante de las fiestas. Lo que yo, Summer River, necesito es un hombre que ya haya terminado con su fa...