17. Momentos descubiertos.

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Summer

En una alejada habitación de esta finca me tienen, maquillándome mientras la gente que mi padre contrató están terminando con los últimos detalles de esta boda. Me siento como un ser sin voz ni voto, me siento como una mujer en las épocas antiguas. Ahora mismo me siento de todo, menos una mujer con suerte.

—Es un bonito anillo, su novio seguro la quiere mucho —me dice una de las chicas que me maquilla.

—Sí, seguro... —suspiro.

Terminan de maquillarme y de peinarme, me ayudan con el vestido y los tacones. No es por nada, pero incluso cuando me voy a casar por la fuerza me veo bien.

Mi padre entra y me sonríe, no le regreso la sonrisa. Dejo que se acerque, pero la sonrisa desaparece.

—Vas a salir y vas a casarte con Selig, porque sé que a las tres de la mañana te fuiste con Rowe —me dice. Me quedo rígida, casi congelada—. Lo acepto como su despedida, pero si lo veo rondando por tu vida nuevamente... no dudaré en usar un arma de las tantas que tengo.

—¿Desde cuándo tienes nexos con la mafia, me puedes decir?

—Tú a mí no me cambias el tema, hija. Te casas con Selig, te vas con él y vendrás una vez al año o qué se yo.

—¿Una vez al año?

—Sí, así que aprovecha esta ocasión para despedirte de tu madre y hermano.

Dejar a mamá y Kerrick podría dolerme como ninguna otra cosa en el mundo, amo demasiado a ese par. Estoy a punto de ser tía y ni siquiera podré ver el nacimiento de mi sobrino.

—Ya no es sólo tu boda, es tu vida junto a Selig a cambio de que él viva.

Sale de la habitación y me siento más dolida a comparación de como llegué.

La hora cero llega y no me tomaré la bella molestia de describir la boda. Sí, fue muy bonita y elegante. Pero había muchísima gente que jamás en mi vida había topado, si bien no quería un hombre que me trate mal o que sea un tonto, terminé casada con un Ken de centro comercial. Muchas personas se acercaron a nosotros con regalos y sonrisas. Nos desearon el éxito que no tendremos en este matrimonio. En sí, Selig no es mala persona. Se muestra muy alegre y optimista porque él no tiene mucho que perder, pero yo sí.

Al otro lado del patio, veo a Kaleb entre las ramas de los árboles. Abro mis ojos al máximo y miro a mi padre, está en la mesa de cócteles con un montón de sus amigos. Avanzo hasta Kaleb y le hago una seña para que me siga.

Entramos a la casa, entramos a una de las habitaciones más lejanas del ruido.

—¿Por qué lo hiciste? —pregunta.

—Hablo en serio, Kaleb, tienes que irte.

—No me voy a ningún lado.

Tengo ganas de golpearlo, pero sé que no es su culpa porque él no sabe nada de lo que está pasando. No sabe que mi padre es muy obstinado y está dispuesto a acabar con su vida con tal de que no se acerque a la chica que va a mantener en sus manos toda su esfuerzo de años.

—Vámonos —me toma por la cintura, su nariz está de nuevo en mi mejilla.

—Vete ya, Kaleb.

No lo hace, claro que no. Me besa como nunca antes y lo siento tan desesperado, dolido y sin saber qué hacer. Se supone que no debería estar haciendo esto, se supone que esto no debió haber pasado.

* * *

Recojo el vestido de novia tan bonito que me hicieron elegir, veo a Kaleb colocarse de nuevo la camisa blanca que estaba en el piso. Me coloco el vestido de novia y él me ayuda con el cierre. Intento arreglar mi peinado y el maquillaje, pero no funciona mucho.

—Vete —le digo.

—Vámonos —responde.

Lo miro, lleva su leva en el hombro y me sonríe. No puedo, no debo. Ya pasó aquí algo que no tenía que pasar.

—Escucha, me iré —le digo. Él me mira con atención—. Me voy con Selig, vendré una vez al año, así que no tiene sentido seguir con esto.

—Por favor, Summer —me dice.

Le hago una seña para que me siga, abro la puerta de mi habitación. Están Selig, mis padres y mi hermano esperando. Siento helado el cuerpo.

—¿Qué hace él aquí? —pregunta mi padre.

Mi madre lo mira, el arma que carga bajo la leva no es de juguete. Ya casi me veo llorándole al cadáver de Kaleb. Mi hermano me abraza. Kaleb está serio.

—No saques el arma, deja que se vaya y esto lo resolveremos en familia —dice mamá. Le hace una seña a Kaleb—. Vete, Kaleb.

—Con todo respeto, dama. No me iré hasta que su hija me diga que me vaya.

Veo el arma de mi padre, yo no soy tan egoísta como para preferir que lo maten de esa forma tan cruel con tal de no irme con el rubio.

—¡Vete ya! —exclamo—. ¿Qué no ves lo que está pasando? ¡Ya vete de una vez!

Kerrick lo empuja hasta el pasillo de la salida, mi hermano sabe todo lo que pasa. Selig me mira y me sonríe de lado, como si con eso me voy a tranquilizar. Veo a Kaleb irse.

—Tu maquillaje y tu cabello dicen muchas cosas respecto a tu estadía en esa habitación, Summer —me dice mi padre.

Siento mi rostro rojo, está pasando con exactitud lo que ninguna mujer quiere que pase, que su padre se meta en sus asuntos de intimidad.

—Despídete ahora de tu madre y de Kerrick porque el auto está esperándolos para que se vayan al aeropuerto.

Mamá me sonríe con dolor, me abraza con fuerza y me susurra al oído:

—Lamento que esté pasando esto, lamento no poder detenerlo porque la vida de él está en peligro.

—Te amo —susurro.

Me deja y Kerrick lleva las maletas, que ni yo sabía que tenía, al auto. Selig es el primero en subir a él y me espera.

—Ah, este rubio —dice Kerrick refiriéndose a Selig—. No puede ni cargarle una maleta a su esposa.

Lo miro y me río, lo hace sólo con ese fin.

—Tú, asegúrate de haber usado protección porque no creo que a mi padre le haga gracia un nieto de Kaleb Rowe —me dice.

Me quedo helada al escuchar eso, él se ríe de mí y acaricia mi cabello.

—No te preocupes, hay muy pocas probabilidades de que eso pase.

—Sí —me encojo de hombros—. Es la primera vez que pasa, así que no hay de qué preocuparse.

Lo abrazo y me despido bajo la mirada de mi padre, subo al auto junto a Selig y me mira. El auto arranca rumbo al aeropuerto.

—Así que... —él ríe—. No llevamos un día de casados y soy el marido con cuernos.

Lo toma con risa, niego con la cabeza.

—Lo siento —le digo.

—Nadie te culpa, de todas maneras nos están obligando —me dice.

Me quedo helada en el asiento, pensando que todo el mundo terminó enterándose de mi momento de intimidad con Kaleb. Me siento al desnudo, me siento observada y eso no me gusta.

—Seremos amigos, Summer —dice Selig.

—Sí, amigos —murmuro.

Me quedo en ese asiento de auto, mientras me alejan de mi vida y de mi familia para ir a vivir con un hombre rubio que quiere ser mi amigo incluso cuando es mi esposo.

Genial, Summer.

¡Enamórate, Kaleb!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora