Summer
Dejo que Kaleb lleve a los niños al auto, su familia ya se ha ido después de la visita. Apenas estamos saliendo de la clínica, como Spring y Autumn nacieron antes de tiempo y pasé por la operación, tuvimos que quedarnos una semana aquí. Kaleb ha estado bastante sospechoso en todo este tiempo y me tiene bastante preocupada.
Sólo falta que me deje porque he quedado hinchada después del parto.
—Me tienes preocupada —le digo.
—Te encantará —me dice sonriendo.
Mientras Kaleb conduce, no puedo evitar mirar cada tres minutos hacia el asiento de atrás para verificar que los niños estén bien, y sí, eso incluye a Nathan.
—Ahora, mírate —se ríe Kaleb—. Como toda madre, mirando hacia ese asiento para que a los niños no les pase nada.
—Cállate, malvado —le digo riendo—. Esto es tu culpa.
—Sólo tenemos tres hijos, solecito, faltan cuatro.
—Sigue soñando.
Sigue conduciendo y me extraño cuando no tomamos el camino habitual a casa, dejo que siga pero me pone nerviosa.
Cuando estacionamos, estamos frente a una casa que me resulta desconocida. Colores bonitos y un bonito jardín lleno de flores bien cuidadas de un lado, y al otro sólo césped como para que Nathan pueda jugar y... oh, no me digan que él fue capaz.
—¿Tenemos nueva casa? —pregunto.
—Mi chica está un poco lenta hoy —él me sonríe.
Sonrío y me abrazo a él, dejo que me bese el tiempo que quiera mientras los niños siguen en el auto. Dejo que me abraza y me proteja porque soy consciente de que no hemos tenido tiempo para los dos con esto de los niños.
—Me encanta —le digo—. Esto realmente va a funcionar.
—De eso me encargo yo.
Tomo a Autumn entre mis brazos y él toma a Spring. Nathan se agarra de mi blusa y nos adentramos en la casa, es grande como para que Nathan corra. Tiene varias habitaciones y está amueblada. Es una casa preciosa y me siento sensible y emocionada.
—Quiero que veas las habitaciones de los niños —me dice.
Entro primero la habitación de Spring, es morada y lila, tiene decoraciones bastantes bonitas y es espaciosa. La de Autumn tiene azul y celeste, todo está en orden dentro de ellas. La habitación de Nathan tiene varias tonalidades de verde y dos armarios, uno para ropa y otro para juguetes. Una cama muy espaciosa y una ventana con vista a la ciudad. Estoy casi gritando con cada una de ellas.
—¿Hiciste todo esto en una semana?
—No —él ríe—. La casa fue comprada hace tres meses, la decoración empezó hace dos y la de Nathan se terminó hace una semana.
—¿Y mi bebé Jim?
—Jim y Polita tienen un espacio al final del pasillo, puedes admirar la cocina y la mejor parte es nuestra habitación.
Entro a nuestra habitación después de dejar a los mellizos durmiendo. Quedo bastante satisfecha; es grande, con un armario casi tan grande como el que tenía en casa de mi padre, una cama espaciosa y un balcón muy hermoso con una mesa y dos sillas, un escritorio y un baño casi tan elegante como de esos de revista.
—Ven aquí —sonrió. Dejo que mis brazos descansen en sus hombros y sus manos estén en mi cintura—. Realmente te luciste hoy, con todo esto.
—¿Puedo entregarte un anillo?
—Kaleb, sabes que por ahora no —le digo.
—Vamos, merezco un premio, Sum.
Suspiro y lo observo detenidamente. Nos hemos saltado tantos pasos en esta relación que me da miedo que esto no funcione como es debido.
—Bien, dame ese anillo del que tanto hablas, cosa bella —asiento.
Él sonríe y coloca un bonito anillo en mi dedo, es grande y elegante... y brilla mucho.
—Me siento como un hombre casado ya.
—Nos acabo de declarar marido y mujer, no puedes mirar a otras —le digo.
Él me mira, en silencio, con amor y toda la disposición en hacerme feliz. Aparta con su mano el cabello de rostro, junta su frente con la mía. Poso mis manos en su espalda y pego su cuerpo al mío lentamente, sólo necesito tenerlo cerca para que todo esté bien.
—Es que no he mirado a otras mujeres desde que te conocí.
—Quizás yo no soy el gran amor de tu vida, pero sí soy la que dejará una huella en ti.
—Y la que me dio a mis hijos.
—Pero Nathan... —murmuro.
—Nathan te llama mamá, Sum, él ya es tuyo, es tu hijo.
—Vale, tengo tres hijos y todo esto ha pasado en este último año y medio —le digo.
—Siento que deberíamos quedarnos hasta aquí. Con tres es suficiente —sonríe.
—Eso me parece bien, créeme.
***
—Déjame verlos —sonríe Anika—. Me han dado sobrinos preciosos.
—Gracias por los créditos —sonríe Kaleb.
Pepper y Baxter están haciéndole cariños a Nathan, dejan que juegue con Crystalie y ya han pasado dos meses desde que los niños nacieron. El nuevo bebé de Baxper está creciendo fuerte y sano para salir pecoso llamándose Zachary King.
Nathan se acerca a abrazarme mientras mi madre y el padre de Kaleb hablan sobre el menú de hoy. Estamos celebrando el hecho de que Anika y Warren han hecho una especie de unión entre ellos. No es una boda, sólo una unión.
—Mi bebé Kaleb ha crecido mucho —dice la nana de él.
—Oh, nana —él la abraza—. Quiero que mis tres hijos te llamen nana también.
—Este muchacho al fin hace las cosas bien.
Me río por el comentario de la abuela. Todos estan sentados en el patio trasero de nuestro muy bonito y presumible jardín porque sí, aprendí a cuidar ambos jardines.
Al principio todo era difícil y cansado, ahora es costumbre cada sacrificio y nos gusta porque... vale, nos gusta ser padres. Jamás fue lo que había pensado, me gustaban los niños ajenos y adoro a mis sobrinos, pero Kal y yo lo estamos haciendo bien.
Channing y Nathan se llevan bien, verlos jugar en el patio me ha llenado el corazón porque... vamos, mi bebé Nate y el bebé de mi hermano son demasiado preciosos. No es por presumir.
—¿Has visto los abdominales de Colton Haynes? —suspira Anika—. Esos sí son abdominales.
Warren abre la boca espantado ocasionando la risa de cada uno de nosotros. Tengo a Spring en mis brazos y Autumn está con Anika mientras Kaleb cuida de Chan y Nate, además de que los mayores se dedicarán a alimentarnos hoy.
—¿Sí, bueno? —Warren finge estar al teléfono—. Mándame otra novia porque la mía está despreciando mis abdominales y admirando los de otro, ayuda.
Sólo para aclarar, esa fue una buena tarde, porque mi abuela estuvo contando cosas de Kerrick y yo cuando éramos niños, mandé a mis hijos a dormir su siesta asegurándome de que estén bien, besé a Kaleb, hablé un montón con Honey, Anika y Pepper, además de comer sin cuidar de mi dieta.
Sí, es una buena vida.
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¡Enamórate, Kaleb!
Teen FictionYa me he metido con idiotas que no respetan, con los que no quieren parar las manos, los que apuestan, los que no quieren nada serio, hasta con uno amante de las fiestas. Lo que yo, Summer River, necesito es un hombre que ya haya terminado con su fa...