13. Celos de la idea.

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Kaleb

Mi abuela preparó la cena con una sonrisa más grande que la de un payaso, nos sirvió y entabló una buena amistad con Summer. Ahora ella está saliendo del baño de mi habitación en toalla.

—No es que quiera ser abusiva, pero a lo mejor podrías prestarme un simple pantalón y una camiseta.

Evito mirarla y me levanto a buscar lo que me pide. Saco una camiseta de mis años de secundaria y un pantalón de pingüinos navideños que me regaló Pepper hace un año.

—Toma, aquí —se lo extiendo.

Evito mirarla una vez más, esta mujer malvada ha salido así y no quiero tener incomodidades ahora mismo.

—Oh, mira que lindos pingüinos.

Me río.

—Fue un regalo de Pepper.

Cuando sale del baño, está vestida y se ve sumamente adorable con toda esa ropa holgada. Casi podría gritarle lo mucho que me está gustando.

—Me veo bien, ¿eh? —modela.

—Cosas que no se pueden negar.

Ella sonríe y se acerca, se sienta en mis piernas y sus brazos rodean mi cuello. Jamás había hecho eso y casi quiero moderme el labio preguntando al cielo qué es lo que está pasando.

¿Por qué te sientes tan cohibido, Kaleb?

—¿Qué haremos? —me pregunta.

—Dormir —respondo con prisa.

Ella lanza una carcajada al escuchar mi apresurada respuesta.

—Pensé que podríamos contarnos historias familiares —me dice.

Casi podría abofetearme a mí mismo, pero no lo hago sólo para que no piense que me estoy comportando como un lunático.

—Está bien, ¿qué quieres que te cuente? —pregunto.

Aún está en mis piernas, puedo sentir su aroma... incluso puedo grabarlo en mi mente.

—Sobre tus hermanas.

—Muy bien.

»Primero estuve yo por unos años, el único hijo. Luego vino Anika, casi no traté con ella cuando era bebé, cada vez que me decían que la cargara me escondía porque tenía miedo, pensar que podrías hacer caer a tu hermana no es tan bonito. Luego vino Pepper. Mi querida Virginia, ella era un bello terremoto, ¡siempre tan activa!

Sonrío.

»Ella y Anika se llevaron bien los años que pasamos sólo los tres. Luego vino Felicity, igual de rubia que Anika y mi madre. Felicity era una niña dulce, casi siempre encantaba a todo aquel que tratara con ella. Hasta ahí todo iba bien.

Ella acaricia mi cabello, mirándome.

—¿Y luego?

—Luego pasaron los años y Anika se unió más Felicity, entonces yo me uní más a Pepper.

»Mis padres tenían problemas en su matrimonio, mamá era cada vez más agresiva con Pepper y conmigo, ella tenía la idea de que papá nos amaba más a nosotros que a mis rubias. Mamá se volvió permisiva con Felicity más que nada, mi hermana empezó a salir con frecuencia y tenía novio a sus quince años. Luego sucedió lo de Pepper, se fue de la casa porque mamá la echó cuando dijo que estaba embarazada. Me enojé tanto, no sólo porque echó a mi compañera y hermana, también porque ella había logrado que Anika y Felicity sintieran algún tipo de coraje hacia Pepper. Las cosas iban de mal en peor. Me uní aún más a Pepper y me fui de casa por un tiempo porque no soportaba la actitud de mi madre y mis hermanas, pero eso no quiere decir que dejé de amarlas. Entonces Felicity se ausentó más de casa, su novio era un drogadicto que la llevó a ese mundo. Mi hermana murió meses después de una sobredosis. Hasta ese entonces ellas y Pepper se habían perdonado todo el daño hecho y reconstruían su relación, incluso yo estaba mejor con ellas. Pero pasó lo que pasó y aquí estamos... mejor con Anika y Pepper, pero sin Felicity. Supongo que merezco este vacío en el alma por haberme ausentado en su vida.

Mi brazo está sobre su pierna, su mano aún está en mi cabello. Mi cabeza descansa en su pecho sin ningún pensamiento erótico, como sería lo usual.

Eso es nuevo.

—Muchas cosas en tan pocos meses.

—Sé que Anika la extraña más que a nadie en el mundo, pero ha encontrado refugio en Warren. No lo dice pero sé que es así.

Yo seré tu refugio.

La miro a los ojos y no evito ese instinto de darle un beso.

—Después de eso, ¿puedes dormir bien?

—De vez en cuando tengo pesadillas, otras veces sólo no puedo dormir.

—Siempre duermes bien junto a mí.

Es cierto, pero aún así no respondo nada. Es que hay cosas que ahora no estoy dispuesto a admitir.

No hoy, no ahora.

—Pequeño sol —la abrazo—. Me gusta que estés aquí.

Ella me abraza de vuelta y sonríe. Me gusta que sea ese refugio que necesito y me gusta que Anika y Pepper hayan encontrado el suyo.

—Me gusta estar aquí.

—¿En mi casa o en mis brazos?

Ella ríe, echando la cabeza hacia atrás.

—En ambos.

Sonrío y niego con la cabeza. Ella se levanta y va directo al microscopio del escritorio.

—¿Por qué tienes esto?

Señalo el diploma enmarcado en la pared. Ella sonríe.

—¿Cómo es que tienes un título tan joven?

—Mi padre no quiso que descansara un año, así que entré a la universidad tan pronto como me gradué. Me gustan los laboratorios.

—Laboratorio clínico —sonríe.

Asiento sonriendo. Muy poca gente sabe de mi título, ya que no he hecho nada con él aún. Sólo quiero tomarme mi tiempo.

—Bien, es suficiente por hoy, creo que hemos pasado por mucho. A dormir.

***

—¡Veo que tenemos una invitada muy bonita!

Mi padre entra y nos sonríe, la abuela se codea con Anika mientras sirve el desayuno.

—Qué bonita tu novia, hijo.

—La novia se presenta —Summer dice y sonríe—. Soy Summer River, mucho gusto y gracias por tener un hijo tan guapo.

Ella y nuestro trato de ser novios a la vista de todos.

—Esas cosas no se agradecen, pero aún así, de nada.

Ambos se ríen y el desayuno pasa de manera alegre.

Cuando Summer regresa a su casa, su padre la está esperando de manera insistente. Dejo que vaya, incluso cuando no quiero.

Incluso cuando estoy celoso de la idea de que ella se case con otro.

¡Enamórate, Kaleb!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora