16. Como agua para el que tiene sed.

4.9K 622 33
                                    

Summer

Cuando llamo al trabajo, me han dicho que yo he renunciado, cosa que no hice. Aún así no le he reprochado nada, es como si cada cosa que yo diga me va ajustando una cuenta de deudor con mi padre, porque sé que él fue el que se encargó de mi trabajo.

Kerrick me dijo que Kaleb salió hoy en la mañana del hospital, Jim ya está conmigo.

Hoy tengo cosas que hacer, como elegir el vestido para la boda, los arreglos florales y un sin número más de cosas que mi padre quiere que haga.

Tengo ganas de verte, solecito

Ignoro con una presión en el pecho ese mensaje que me acaba de enviar Kaleb. Pero llega otro y otro.

¿Por qué no contestas?

¿Estás bien?

Te llamaré, espero que contestes

Mi celular empieza a sonar, contesto casi enseguida, aprovechando que mi padre no está en casa.

—¿Qué está sucediendo? —pregunta.

—¿Qué podría suceder? —respondo.

Escucho su suspiro.

—Dime, ¿por qué no has contestado mis mensajes?

—Porque no quise.

La línea se queda un momento en silencio, me duele y nunca me sentí tan vulnerable en la vida. Nunca fui así, jamás.

—¿Qué está pasando contigo, Summer?

—Es sólo que no creo que podamos seguir viéndonos, Kaleb —digo—. Es mejor estar así de lejos, me he dado cuenta de que quizás no siento algo por ti como creía.

—Deja de bromear, Summer —me dice—. Tú sabes lo que sientes por ti.

—No, estaba confundida —respondo—. Y ahora que puedo ver la verdad, te quiero lejos de mí. Adiós.

Cierro la llamada y me quedo como una roca en mi cama. Casi por arte de magia mi padre llega y me lleva con él para hacer todo lo que tenemos que hacer.

* * *

El salón de eventos está tan iluminado que siento que me lastima los ojos, aún así sonrío al ver los candelabros elegantes. Las personas están llegando poco a poco y ya van dejando uno que otro regalo. Cada quién se dirige a su mesa, Selig está a mi lado sonriendo como un Ken en su caja esperando a que una niña lo compre. Me digo a mí misma que debo mantener la compostura.

—Me parece bien que hayas aceptado nuestro matrimonio —me dice Selig.

—Sí... —murmuro—. Por cierto, debo ir al baño.

Él deja libre mi brazo y voy al baño. Esta fiesta de compromiso le ha salido demasiado costosa a mi padre y al de Selig, mi madre casi llega junto a Kerrick. No pueden traer a Honey por mi padre, pero me hubiese gustado que ella también esté presente.

Seco mis manos con una toalla y cuando levanto la mirada, Kaleb me sorprende.

—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunto, girándome.

Me dirijo a la puerta y la abro para ver si hay alguien cerca, cuando confirmo que no hay nadie, la cierro con todo el seguro que tenga para que nadie entre.

—¿Por qué estás haciendo esto?

Han pasado algunos días desde que acepté casarme con Selig, desde ese entonces no había visto a Kaleb. Tengo unas ganas casi incontrolables de besarlo, de tocar su cabello oscuro.

¡Enamórate, Kaleb!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora