23. Por hacerla feliz.

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Kaleb

Tres meses después

—¿Cómo que la consulta se adelantó?

Vuelvo a hacerle una seña al auto que va delante de mí sin despegar el celular de mi oreja. Ruedo los ojos y regreso mi atención a Summer.

—¡Estamos a dos turnos de entrar y no te veo aquí! —exclama.

—Cariño, el tráfico está terrible.

—No me cariñees, Kaleb.

Suspiro. El tráfico está terrible y estoy a media hora de la consulta con el médico para saber el sexo de los bebés. Queríamos que fuera sorpresa pero la curiosidad es más grande, en especial para Summer.

—Estaré ahí pronto, solecito.

—Solecito, mi pie —murmura. Río y ladeo la cabeza—. Te quiero aquí en veinte minutos.

—Me tendrás —aseguro.

—Ya te tengo.

Sonrío. Sí, me tiene.

Han pasado meses desde que Summer y yo regresamos, las cosas no van a veces tan bien porque tenemos gustos más diferentes de lo que pensamos pero siempre hay un arreglo. Rachel y Ella, la abuela de Summer, se han quedado juntas, las visitamos a menudo porque Summer ya se ha mudado conmigo hace un mes aproximadamente.

Soy consciente de que las cosas entre ambos avanzaron mucho antes de lo esperado y que a lo mejor omitimos algunos pasos, pero nos gusta como estamos llevando lo de los bebés. Porque sí, son dos.

Bien hecho, Rowe.

Mi celular suena y es Anika, quiere saber todo sobre los bebés. Pepper está dándose una luna de miel sin boda con Baxter porque acaban de confirmar que está embarazada de nuevo. La abuela está más que feliz y mi padre dice que lo hemos hecho abuelo tan joven.

—No, aún no estoy ahí, me he quedado atascado en el tráfico.

—Kaleb, sale de esa carretera y deja el auto en un lugar seguro —me dice.

Hago lo que me dice, con mucho esfuerzo salgo de ese montón de autos y dejo el mío en un lugar seguro.

Primero camino con paso apresurado porque se me agota el tiempo, pero luego me digo a mí mismo que estoy perdiendo el tiempo y empiezo a correr.

No sé por cuanto tiempo corro para llegar a ella, entro en el consultorio sudado y me siento mal. Entro a la habitación que le tocaba a Summer y veo que ya están a punto de empezar.

—Estoy aquí —murmuro.

—Tu padre siempre es puntual, no sé por qué tú no —me dice Pearl con una sonrisa.

—Sí, seguro que mi suegro bello es puntual con usted —Summer le guiña un ojo.

—Seguro que es puntual en sus citas.

Pearl desvía la mirada y ríe, niega con la cabeza.

—Nunca mencioné citas.

—Pero mi padre no necesita una obstetra —arqueo una ceja.

Ella ríe y cubre el vientre blanco de mi solecito con ese gel extraño. Ella sonríe y aplaude.

—Bien, aquí están estos pequeños que tanto te patean —murmura Pearl.

—¿Niño y niño? —preguntamos.

—No —niega con la cabeza—. Niño y niña... el combo.

Chocamos palmas con Summer y nos reímos. Mi pecho está casi estallando de emoción porque tendré dos hijos de una sola y eso me tiene por las nubes.

* * *

Masajeo la espalda de Summer con delicadeza mientras ella recoge su cabello largo con una goma.

—La espalda me está matando —me dice.

—Sólo tienes seis meses, resiste un poco más.

Se gira, me sonríe y beso sus labios. Sus pecas me saludan con entusiasmo y sus ojos marrones son comunes pero bonitos.

—Quiero una familia grande —digo.

—No —susurra—. Ya tenemos dos, ¿por qué más?

—Sólo dos más después de un par de años —insisto.

Quiero que respete mi deseo de tener una familia grande y bonita, así como la mía a pesar de que terminamos en una pérdida y un divorcio.

—Uno —negocia.

—Está bien —suspiro—. Pero si sale por partida doble no es mi culpa.

—Bien, conocí hace un tiempo a una chica llamada Lola —cuenta—. En su familia hay cuatro hijos, ella y su hermano Luka son gemelos. Luego está sus otros hermanos gemelos, Levi y Lowell.

—Es posible dos partidas dobles, ¿eh?

Se recuesta con esfuerzo, a pesar de que tiene que mantener su espalda con muchas almohadas para poder respirar.

—Spring —murmura.

—¿Ah? —la miro.

—Quiero que ella se llame Spring —me dice con un susurro—. Y que él se llame Autumn.

—¿Estás consciente de que quieres ponerle a nuestros hijos los nombres de las estaciones del año? —la miro con curiosidad.

Yo puedo complacer a esta mujer en todo siempre y cuando ella esté de acuerdo y muy segura de las cosas.

—Summer, Spring y Autumn —me dice sonriendo.

Incluso si me parece extraño y familiar esa cadena de nombres, asiento con una sonrisa. Tomo su mano.

—Bien, si quieres que ellos se llamen como su madre y completemos las estaciones del año, así será.

—Siempre me complaces en todo —me mira sonriendo.

—Dame unos cuantos besos como pago. Es lo mínimo que merezco.

Ella sonríe y niega con la cabeza.

—Tengo una mejor idea —sonríe de manera extraña.

* * *

—Disculpe la hora —digo y cierro la puerta.

Jim me mira en las piernas de ella.

—¿Esta era tu mejor idea? ¿Comer pollo frito a las once de la noche?

—Tus hijos y yo tenemos hambre, deja de hablar y trae ese pollo hasta aquí.

Nos sentamos en el sofá con un vaso enorme de jugo de naranja con zanahoria. Nos repartimos las piernas de pollo frito y vemos el documental que están pasando de los peores asesinos de la historia.

—Ese payaso da miedo —me dice.

—Te creo —respondo.

La miro y está comiendo su pollo frito con mucha devoción, sonrío y regreso mi atención al televisor.

Jim se sienta en mis piernas y le doy a escondidas un trocito de pollo. Sigo mirando el documental.

—Creo que debemos comprar una acompañante para Jim —me dice Summer de la nada.

—¿Eso crees? —la miro.

Me mira y sonrío. Está con el pantalón de dormir y una camiseta nike que agarró de mi ropa limpia.

—Dentro de unos meses estaremos ocupados con los niños, no quiero que mi bebé Jim se sienta solo —me dice con la gran pena del alma.

La acerco a mí y beso su cabeza.

—¿Oíste eso, bebé Jim? —acaricio las orejas del animalito—. Tendrás una novia.

Summer sonríe y me abraza junto al hurón. Lo que sea por hacerla feliz.

¡Enamórate, Kaleb!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora