Capítulo 23

68 6 0
                                    

Hola ¿estás ocupada?

De hecho que no — respondí escondida detrás de la puerta — pasa si quieres - abriendo más la puerta —

No es necesario, solo pasaba a dejarte esto — decía extendiendo sus manos — Mi turno en el hospital está por comenzar

¡Entiendo! Pero, ¿por qué las flores?

-— Oh, nada en especial pasaba por un lugar, las vi y pensé en ti.
Ten espero que te gusten

No sabía cómo recoger el ramo de rosas que por cierto no eran rojas, sino amarillas y blancas.

Muchas gracias Pablo, pero no debiste molestarte.

Tranquila, mereces todo lo bueno que hay en este mundo.
Se me hace un poco tarde, que pases una buena noche — dijo acercándose a mí para darme un beso en la mejilla, seguidamente vi cómo se iba en su auto por la solitaria calle del vecindario —

Entre a casa, cerré la puerta con mi cuerpo y vi como Amelia me veía desde la cocina con los ojos abiertos de par en par.

Y eso, no que eras viuda — decía con los brazos cruzados, arrecostada a la puerta de la cocina —

De hecho lo soy y lo seguiré siendo por mucho tiempo — le respondí colocando el ramo de rosas dentro de un florero — un amigo me las ha dejado

Amelia hizo un breve silencio dando media vuelta; entrando a la cocina nuevamente.

— ¿Quieres que llame a tu madre para que venga por ti?

Supongo que sí —

Llamé a la madre de Amelia, quién no dudo dos veces en decir que vendría por ella en menos de una hora.

Quiero que seas sincera conmigo, si quieres que te ayude realmente. Respóndeme una pregunta ¡Por favor!

Tengo otra opción — decía tomando un trago de Whisky —

¿Whisky? — pensé —

¿De dónde sacaste eso? — Pregunté arrebatado la botella — mira tu situación y aun así tomas más ¿Qué te sucede?

Amelia comenzó a llorar nuevamente como una niña chiquita.

¿Este es tu problema? ¿Vicios? — dije con voz fuerte —

Tomo de vez en cuando y a veces me «echo unas líneas»

¿De vez en cuando? ¿De vez en cuando es cada fin de semana?
Cuando llegue tu madre le dirás la verdad y deberás aceptar la ayuda que vayamos a ofrecerte

¡Esta bien! pero ya no me regañes más, me explota la cabeza — respondió —

Te serviré la cena, quizás eso te ayude un poco a disminuir el dolor — terminé la conversación sirviendo la cena para nosotras dos mientras esperábamos la llegada de doña Amalia —


Ana

Ten, aquí tienes lo que me pediste — dije tirándole un sobre amarillo en el escritorio a un proveedor de drogas llamado Roberto, alias «el Beto» — está el millón de dólares completo tal y como lo pediste —

Me parece perfecto pero sabes que para mí esto no es suficiente — decía acercándose a mí —

¡¿Ah no?! ¿Qué más quieres? — pregunté perversamente, sentándome en el escrito dejando al descubierto mi entrepierna por la corta enagua que usaba —

El Tiempo Después De Ti ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora