Capítulo 10

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Al despertar lo primero que veo son los ojos color miel de Diego, que me miran fijamente y eso me hace sentir incómoda, seguramente debió de estar observándome desde que me quede dormida.

Salimos del aeropuerto hacia el hotel en un taxi, Diego iba muy callado, más bien pensativo diría yo.

Llegando al hotel nos dirigimos a la recepción, donde una señorita de cabello rubio, nos atendió muy amablemente.

Buenos días señorita — dije regalándole una sonrisa — tenemos una reservación a nombre de Alina Mayorga y Diego Rodríguez.

Permítame buscar Señorita, un momento por favor.

Claro respondí amablemente —

Sí, aquí está señorita es la habitación 112, espero que lo disfruten dijo la rubia entregándome la llave de la habitación —

Muchas gracias señorita.

Subimos en busca de la habitación que la rubia nos había otorgado, lo único que quería era descansar pero para nuestra sorpresa o por lo menos para la mía; la habitación solo contaba con una cama. ¡Una cama!
No podía negar que la habitación era hermosa tenia vista al mar y a todo el hotel en sí, pero su gran defecto era: la cama

¡Oh genial!

No te preocupes, yo puedo dormir en el suelo para que no sea un problema para ti, es más si quieres buscamos otra habitación — decía Diego mientras colocaba las maletas en la habitación —

No es necesario, puedes quedarte en el piso

De todas maneras, ¿no te importa si salgo a dar una vuelta por la ciudad?

¿Por qué habría de importarme lo que quieras hacer? Respondí fríamente — solo recuerde que mañana debemos salir temprano

Diego no respondió a mi comentario, dejó las maletas y sin más salió de la habitación.

Aproveche la soledad para dormir un rato, quería olvidar que Diego después de tanto tiempo estaba de nuevo conmigo y aunque parecía un sueño en realidad todo era pesadilla.

"Esta es tu oportunidad Alina, no la dejes ir, él ha vuelto para quedarse.

¿Quién es usted? ¿Por qué me dice esto?

¿Qué acaso ya te olvidaste de mi "Ali"? — decía la voz femenina —

¿Ali? ¿Eres tú "nita"?

No lo dejes ir, él te ama.

No tú no, tú estás muerta, Diego, Oscar, Ana, vete no quiero verte, no te necesito. Él no, no... No me ama.

¡Nooooooo! Grité, volviendo a la realidad — Diego no...

Mi corazón latía muy rápido, todo estaba oscuro y mi cuerpo estaba frío, tuve una pesadilla.

Me levanté de la cama y caminé hacía el balcón, una brisa fresca y un cielo lleno de estrellas captaron mi atención, podía escuchar a lo largo las olas del mar cuando mi teléfono comenzó a sonar.

Magaly llamando...

Aló? — respondí felizmente —

¿Por qué no me has llamado? Estaba preocupada por ti gritaba Magaly al otro lado de la línea —

No he estado pendiente del móvil, perdóname

Sí, de seguro te la has pasado muy ocupada, eh?

¿Tú que crees? — Respondí sarcásticamente — estaba descansando un poco

¿Y cómo va todo con Diego?

No sé, he tenido un sueño algo confuso y pues me he despertado un tanto asustada, ¿y ustedes cómo están?

Aprovechando tu gran casa, Oscar no ha llegado la que está aquí es tu suegra, ¿la has invitado a venir?

¡Oh sí! Oscar no puede estar solo por su tratamiento, sabes te tengo que dejar, dile a Oscar que luego lo llamo.

Claro, te quiero, cuídate mucho.

Dale, igual un beso.

Después de la llamada de mi hermana me quede un rato en el balcón, analizando muchas cosas entre ellas la razón que me hace estar aquí con Diego "¿Por qué tuviste que aparecer Diego Rodríguez? ¿Qué quieres de mí?"
Me repetía mil veces, las lágrimas no tardaron en aparecer, sin embargo con rapidez las quite de mi rostro.
Diego estaba por llegar hace poco más de una hora que se había ido pero no creo que sea tan idiota como para que se pierda.

Cuanta oscuridad hay en esta habitación — escuche decir a Diego mientras entraba a la habitación y prendía las luces - ¿está aquí?

— respondí recobrando la postura — estoy en el balcón.

He pedido de cenar, no sé si gusta usted acompañarme — decía acercándose a mí.

Pese a todo el mal que me ha hecho, mi educación va primero además de eso tengo mucha hambre ¿Cómo desaprovechar comida gratis?

Sí, muchas gracias Diego dije retirándome del balcón con los brazos cruzados.

Nuestra habitación era grande y era una de las mejores habitaciones del hotel, aproveche la estadía de Diego en el balcón y me di una ducha mientras la cena llegaba.
Ya en la ducha pude relajarme un poco, por un momento olvidé que mi gran amor de juventud estaba conmigo de nuevo después de tantos años, sin embargo había algo en su regreso que ya no me hacía tan feliz quizás era tarde para lo nuestro, quizá todo acabó para siempre aquel invierno en donde las fuertes lluvias borraron sus huellas.

Salí de la ducha y decidí ponerme unos jeans claros con una blusa sencilla de tirantes y me hice una cola de caballo.

Alina, ya llegó la cena avisó Diego —

Aquí estoy dije saliendo del baño —

Esto se ve delicioso Diego

Sabía que te iba a gustar respondió Diego, mientras se sentaba a la mesa — provecho.

Comenzamos a cenar y a platicar al parecer siempre íbamos a tener un tema de conversación o quizás él sabía cómo platicar conmigo.

Y... ¿cómo va tu vida de casada? — preguntaba Diego, viéndome a los ojos —

Su mirada me desestabilizaba, me desconectada del mundo real ¿qué tenía que lograba ponerme mal solo con mirarme?

De... de... maravilla respondí volviendo a la realidad — mi esposo tiene cáncer

¿Y eso es maravilloso? — sus ojos se abrieron de par en par y me miró asombrado de mi respuesta —

— ¿Qué? ¡Ah no, perdóname estaba distraída! ¡genial! ahora me alegra que mi esposo está a punto de morir — y pues respondiendo a tu pregunta
Soy una mujer felizmente casada hace 4 años, ahorita no la pasamos bien debido a que como te dije antes Oscar, mi esposo tiene cáncer y pues.. Mi voz se quebró y las lágrimas comenzaron a brotar rápidamente — el doctor no le dio muchos meses de vida.

Diego sacó de su bolsillo un pañuelo y se acercó a mí, limpio mi rostro y trató de consolarme pero mi tristeza era más grande, no lo pude evitar y me lancé a sus brazos.

No te preocupes, todo va estar bien decía Diego mientras acariciaba mi cabello —

Sus palabras transmitían paz, y sus brazos calor y sí, quizás he sido grosera y él en un tiempo me hizo mucho daño pero ahora necesitaba de alguien que entendiera mi dolor.

El Tiempo Después De Ti ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora