Capítulo 37

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— ¡Oh Dios, llegó el gran día! — Decía emocionada despertando — Diego despierta amor — dije tocando su hombro. Renegó cubriéndose con la sábana blanca —

Amor vamos — insistí saliendo de la cama entrando al baño —

Quite mi bata y entré, abrí la ducha lista para que el agua cayera sobre mí.

Quién diría que Andrés terminaría casado — dijo Diego entrando al baño —

Todos terminamos atrapados no crees — respondí sonriendo mientras usaba jabón —

Somos un ejemplo

Quité el jabón de mi cuerpo mientras escuchaba sus palabras...

Eres un ejemplo — corregí saliendo de la ducha, colocándome la bata de baño —

Ahora soy el único enamorado — dijo mirándome a los ojos —

No dije eso — rodee con mi brazos su cuello y lo besé — apúrate sí, debemos irnos

Te amo — respondió a mi beso. Le regalé una pequeña sonrisa y salí del lugar —

Mi vestido terminó siendo menta largo, en forma de corazón el cual acompañe con un semi recogido sencillo y zapatos altos color beige.

Además del matrimonio, me convertiría en madrina de mi sobrina la cual estaba cada día más grande y hermosa.

Esta hermosa — decía Diego saliendo del baño —

Tú crees amor — respondí mientras me comenzaba a maquillar —

Por supuesto que sí — dijo buscando su saco en mi guarda ropa — después de Juliana serás la más bella en este día —

Y qué decir de la pequeña Susana — agregué — es toda una reina

Es una niña muy hermosa y risueña. No creí que tu hermana te hiciera tía antes que madre — rió —

Y quién te dijo que no tuve hijos — repliqué mientras buscaba el color de labios adecuado —

¿Tuviste hijos con tu esposo? — Preguntó sorprendido — ¿Dónde están que no los veo? — observaba por todas partes —

Reí

No amor, creo que nosotros teníamos otros planes como matrimonio — respondí acercándome al espejo para perfeccionar mi maquillaje —

Diego propició un profundo silencio y se acercó a mí

Y conmigo si quisieras tener hijos — intentó besarme pero no quería llenarlo de maquillaje, por lo tanto lo evadí —

Ten calma pequeño saltamontes — respondí acomodando su corbatín — todo a su tiempo — sonreí — y ya vámonos que se nos hace largo el camino.

Salimos de mi departamento, directo a la catedral donde se llevaría a cabo tanto el bautizo como el matrimonio. A pesar de estar en la época lluviosa, el día era radiante, el cielo azul y las nubes blancas, parece que (por lo menos) hoy no lloverá.

Sabes que se me hace raro — comenzó Diego —

¿Qué será? — respondí mirando mi celular —

Ana no ha vuelto a molestarnos, no te parece extraño

Crees que esté planeando algo supuse alarmada. Solo escuchar su nombre me produce malestar —

El Tiempo Después De Ti ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora