El Tiempo Después De Ti ®

Capítulo 24

Hoy Oscar cumple 5 meses desde que falleció, pese a que ya no me cuestiono por qué Dios ha decidido llevárselo, no deja de dolerme su gran ausencia. Todo en casa cambio, lo que antes era un hogar lleno de amor ahora es una simple estructura de concreto vacía.

Es sábado por la mañana y estoy en el cementerio como lo hago cada mes en esta fecha; el día regala un grandioso sol, con una brisa un poco fuerte pero muy refrescante.

—Sabes Oscar, la pequeña Susana es una niña muy hermosa y tiene un gran parecido a Sebas —colocando el ramo de flores a los pies de su tumba me senté a su lado— Todos estamos muy felices con la llegada de la pequeña bebé.

— Cada vez que la veo y la tengo en mis brazos pienso en nuestro matrimonio, y me pregunto ¿por qué nunca llegamos a tener un hijo? Nunca dimos frutos de un gran amor... Y son muchas preguntas que no tienen respuestas, que me llenan de grandes inquietudes.

— ¿Querrá Oscar que te haga compañía? Es un lugar un poco solitario ¿no crees primita? —decía Andrés, quien caminaba hacia mí con un ramo de flores —

— ¿ANDRES? — Grité lanzándome a los brazos de mi primo, dándole un gran abrazo — ¡Que gusto verte fuera de ese lugar tan espantoso! pero ¿cómo saliste de la cárcel? — Se suponía que iría por Andrés esta tarde pero por lo visto alguien se me adelanto —

— ¿Realmente creíste que iba a dejar que pagaras la fianza? — decía correspondiendo mi abrazo —

— Entonces ¿quién la pagó? — Pregunté anonadada separándome un poco de él —

— Ya no te preocupes por eso, lo importante es que estoy fuera de ese infierno y ten por seguro que no pienso regresar — dijo decidido — Por cierto, le traje esto a Oscar — extendiendo su mano puso un ramo de flores blancas en la tumba al lado del nuevo ramo —

Una brisa me rodeo, de manera que pude sentir como Oscar se hacía presente entre nosotros. Disfrute unos pocos minutos de la brisa en silencio y luego me marché en compañía de Andrés, quien se adelantó al auto, dejándome unos minutos más con Oscar.

Salimos del cementerio y era hora de almorzar, así que invité a Andrés a comer mientras nos actualizamos de todo lo que ha pasado estas últimas semanas.

— ¿Y Diego? — preguntó Andrés mientras nos bajábamos del auto —

— ¿Qué con él? — respondí en seco cerrando la puerta —

— ¿No lo volviste a ver?

— ¡Trabajamos juntos! Lo recuerdas — dije sarcástica —

— Sabes que no me refiero a eso, y no trates de contradecirme que sé perfectamente quién es mi pequeña prima — añadió — además hablas como si me hubiese ido por años ¡Claro que me acuerdo que trabajan juntos!

— Andrés no quiero que hablemos de Diego ¡por favor! No insistas, sabes que no me gusta hablar de eso

— ¿Qué hay alguien más? — su insistencia en el tema me comenzaba a poner furiosa —

— Andrés, ese no es el punto — respondí alterada — exista o no alguien en mi vida, mi historia con Diego se acabó — repliqué —

Andrés se hecho a reír pero guardo silencio, sé que en sus adentros se burlaba de mí y lo disfrutaba.

— ¿De qué te ríes ah? — pregunté riendo mientras golpeaba su hombro —