Episodio uno.

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Respiró hondo, poniendo toda su concentración en el arco que sostenía con fuerza, y soltó el aire con delicadeza al mismo tiempo que soltaba la flecha, viendo cómo ésta se clavaba con rapidez en el punto más bajo del árbol, fracasando en su intento por clavar la flecha en la marca roja que tenía el tronco.

– ¡Que pena me das! – gritó su hermano desde sus espaldas –. Eres un asco con el arco, dame eso.

Le arrebató el objeto de las manos, y le dio un empujón para que se hiciera a un lado.

– Mira cómo lo hacen los expertos, perdedor – le dijo, apuntando hacia el árbol y dando justo en la marca roja. Se giró para verle, sonriendo de satisfacción y burla –. Supera eso, Stiles.

– ¡Deja de tratarme como un imbécil, Michael! – golpeó su abdomen sin mucha fuerza, después de todo, era su hermano –. ¡Tus dos años mayor no te hacen experto!

– Te trato como lo que eres – Michael regresó a su antiguo asiento sobre una paca de paja, y cruzó los brazos –. Anda, vuelve a intentarlo.

– No tengo ánimos – murmuró Stiles, dejando el arco en el suelo –. Tu maldita superioridad me hace sentir como la gran mierda.

– Ése es el punto clave – le explicó Michael –. El mundo exterior es mucho más cruel que yo, y debes ser fuerte para soportarlo.

Stiles bufó, poniendo las manos en su cintura.

– Da igual, papá nunca me dejará salir del maldito castillo – se sentó en el suelo frente a su hermano –. Piensa que todo es un riesgo para mí.

– Porque aún eres débil – Michael se inclinó hacia Stiles –. Demuéstrale que a tus diecinueve años eres fuerte y valiente.

– Mírame – susurró –. Todo pálido, y flaco.

Michael soltó una risa escandalosa, sacudiendo su melena castaña por los aires, y golpeando su rodilla con el puño.

– Lo que yo veo – dijo una vez acabó de reír –. Es a un chico asustado.

– Cagado de miedo – repuso Stiles con un poco de humor.

– Muy cagado – arrugó la nariz –. Tanto, que apesta.

– Estás sentado en la paja que usan para los caballos, no confundas eso conmigo.

Ambos se echaron a reír.

– Anda a bañarte – dijo Michael entre risas –. Recuerda que el Rey vendrá de visita por acá.

– ¿Qué? – se levantó rápidamente –. ¡Yo no sabía eso!

– Ahora lo sabes – se levantó, estirando sus brazos –. La familia Hale vendrá a hablar con papá, creo que llegan ésta noche, ni idea.

– ¡Siempre me entero al último momento! – renegó, corriendo hacia el pasillo de las habitaciones –. ¡Te odio, Michael!

Abrió la puerta de su dormitorio, entrando con rapidez para buscar ropa limpia antes de echarse a correr hacia el cuarto de baño. Encendió el candelabro, poniéndolo sobre el borde de la tina, y entró a ésta dando un respingo al sentir su cuerpo fresco por el agua.

– Joder que hace frío – pasó las manos por sus brazos para generar un poco de calor.

Tras su rápida ducha, puso sus ropas, sin olvidar el abrigo de piel de oso que tanto adoraba, y salió al patio del castillo para buscar a su padre que seguramente estaría en la sala de juntas acompañado de sus ayudantes.
Al llegar a la puerta del vestíbulo, escuchó murmullos imparables que hacían referencia a una discusión, y decidió escucharla a escondidas.

The winter is coming...(Sterek)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora