Episodio trece.

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Derek estaba sentado junto al cuerpo de Stiles, apoyando su cabeza en el pecho del chico con los ojos cerrados, dejando caer unas cuántas lágrimas aún, cuando de repente, sintió que el corazón de Stiles volvía a latir, y al alzar la vista se encontró con ese par de ojos castaños mirándolo intensamente.

– ¡Stiles! – Derek sonrió enseguida.

– Derek...– el chico pasó su dedo pulgar por la mejilla del lobo para secarle una lágrima sin dejar de mirar sus ojos verdes que seguían cristalizados, y reflejaban algo de emoción y angustia.

– ¿Por qué lloras? – preguntó Stiles con la voz baja mientras se sentaba sobre el escritorio con ayuda de Derek.

– Estuviste a punto de dejarme – confesó, dejando salir aquellas palabras sin pensar en lo que realmente estaba diciendo.

Ambos se quedaron en silencio;  Derek apenado por lo que había dicho, y Stiles sorprendido por lo mismo.

– Nunca voy a dejarte – contestó el humano, sintiendo su voz quebrarse.
Derek se acercó más a él para pasar su mano por el cabello castaño de Stiles, luego reposándola sobre la nuca del otro con delicadeza, mirándolo directamente a los ojos sin ninguna distracción.

Stiles se tranquilizó al sentir aquella caricia, y sonrió ligeramente. De pronto su pulso se aceleró al tener la respiración de Derek sobre sus labios y su rostro a unos centímetros del suyo.

– Jura que nunca vas a dejarme – habló el rey en un susurro.

– Juro que nunca voy a dejarte, Derek.

Stiles rompió la poca distancia que había entre sus labios, besando casi con desesperación a Derek. Era un beso simple, pero para ellos, era todo lo necesario para demostrarse el uno al otro ése lazo que el destino les había creado, y que ahora aceptaban.
No querían separarse, la sensación de tener sus labios juntos, y sus sabores mezclados, era adictivo para ambos, pero la necesidad de respirar, les hizo terminar el beso. Derek abrazó a Stiles con fuerza, inhalando el dulce aroma a felicidad del menor.

– Tú eres mi alma gemela – murmuró Derek –. No quise darme cuenta de eso todo este tiempo...

– ¿Por qué?

– Porque necesitaba una prueba, y ahora la tengo.

Stiles sonrió, recargando su frente en el pecho de Derek por un momento, relajándose al sentir la mano del otro acariciar su espalda con la delicadeza necesaria para no lastimar su herida que yacía vendada.

– Quisiera ir a mi aposento – dijo el castaño.

– Bien – Derek pasó su brazo por la cintura de Stiles para ayudarlo a sostenerse.

Caminaron hacia la habitación del consejero, sorprendiéndose poco al notar la presencia de Deaton en la misma. Les esperaba desde hacía un rato, pues el Maestre conocía perfectamente los efectos del grito de una Banshee.

– Usted me curó – habló Stiles –. Le agradezco, y deseo que la bondad de los siete dioses le acompañe siempre.

– No tiene nada qué agradecer – contestó Deaton –. Ahora descance, la herida aún no sana.

El rey dejó al menor sobre la cama, luego mirando a Deaton quien no tenía la intención de retirarse.

– Tengo que hablar con usted, Majestad – pidió el hombre, señalando la salida.

Derek asintió en silencio, echándole una breve mirada a Stiles antes de salir de la habitación, cerrando la puerta tras él.

– ¿Qué fue lo que pasó anoche? – preguntó Deaton –. ¿Cómo fue que encontró a Stiles?

The winter is coming...(Sterek)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora