Episodio ocho.

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Derek tuvo una extraña sensación en el pecho al oír eso.
Definitivamente, Stiles era la persona más noble e inocente que había conocido, le había perdonado todo sin siquiera pensarlo un poco, como si se conocieran de toda la vida y tuvieran la confianza de sobra.
No se pudo decir lo contrario de Stiles, él también tenía una sensación de alivio, o algo parecido, al saber que Derek ya no lo veía como un asesino.

Tuvieron un par de minutos silenciosos, sólo cruzando miradas, hasta que Derek habló.

– ¿Quieres comenzar con tu puesto de consejero o...– hizo una pausa –. Regresar a Winterfell?

– Vine por ése trabajo, es lo que haré, ¿Me lo permitirá?

– Claro que sí...– puso una mano sobre el hombro del chico –. Las segundas oportunidades te hacen aprender.

– Por si fracasas e intentas una tercera vez, ya sabrás cometer errores con sabiduría.

– Espero que no fracases – se corrijo –. O que yo lo haga...de nuevo.

Stiles rió bajo y asintió antes de comenzar a hablar, pero fue interrumpido al momento en que alguien tocó la puerta de la habitación.

– Pase – dijo Derek con voz fría.

– Majestad – entró un caballero –. Ha llegado alguien desde el Norte.

***

Cora suspiró de aburrimiento mientras un anciano le contaba sus inquietudes en la sala del trono. Mayormente, en la sala del trono, se llevaban a cabo ceremonias, juicios y exilios, pero también se ultizaba para escuchar las quejas de los aldeanos, e intentar ayudarles en su problema.

– Majestad, le juro que no estoy loco...– insistió el anciano, dando un paso para acercase a Cora pero siendo detenido por el guardia –. Escúcheme, mi reina.

– Le he escuchado decir lo mismo por más de quince minutos – rodó los ojos –. Váyase, no tengo tiempo para sus alucinaciones.

El hombre quiso acercarse de nuevo, pero ésta vez, el guardia usó más fuerza para detenerlo.

– Ya oyó a la reina, retírese – señaló las puertas.

– ¡Quiero que me crea! – se rehusó a ir –. ¡Majestad! – el guardia lo jaló del brazo para sacarlo del salón mientras el hombre pataleaba y gritaba –. ¡Vi a un dragón por el horizonte, se lo juro, créame!

– Los dragones están extintos – Cora se levantó para que su voz se oyera hasta el fin del pasillo –. Los matamos a todos junto con sus domadores, entiéndalo.

– ¡Pero yo lo vi! – las puertas se cerraron de golpe, dejando al enorme salón en silencio.

La reina cerró los ojos, volviendo a tomar asiento en el trono, intentando ignorar los gritos del hombre que se alejaba poco a poco. No podía negar que sentía una leve preocupación al detectar la sinceridad que contenían las palabras del anciano, pero quiso dejar eso para después.

– El que sigue – habló.

Las puertas volvieron a abrirse, dejando entrar ahora a dos guardias y a un muchacho. El olor del chico hizo que Cora alzara la vista, dándose cuenta de que se trataba de Michael, el hermano de Stiles.

– Majestad – el muchacho agachó su cabeza en signo de respeto y saludo.

– Dejadnos solos – ordenó la chica, y enseguida los guardias salieron del salón –. ¿Has venido por el motivo de la carta que Stiles envió a tu familia hace unos días?

– Así es, y por lo que sé, usted ordenó que escribiera la carta – Cora asintió, por lo que agregó –. Necesito explicaciones.

– Hubo un gran lío – explicó entonces –. Pensé que necesitaríamos su ayuda, por eso la carta. Pero ahora todo ha ido bien.

The winter is coming...(Sterek)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora