Episodio veintiséis.

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Stiles despertó de su siesta durante la madrugada; se encontraba en su cama, con un Derek bastante dormido a su lado. Poco a poco, con cuidado de no despertar a Derek, el castaño se puso de pie y buscó su ropa a tientas para medio vestirse y salir de la habitación. Sólo se vistió con sus calzoncillos y un camisón para cubrir su torso, dejando sus piernas al desnudo.

Su piel se sentía caliente, y su sangre casi ardía en llamas gracias a su elevada temperatura. Él caminó sin rumbo alguno con sus pies descalzos, relajándose al sentir la frialdad del suelo contra las plantas de sus calientes pies.

Acariciaba los ladrillos de las paredes con las yemas de sus dedos mientras seguía caminando con lentitud, llegando así al salón del trono, que en esos momentos yacía completamente solitario.

Stiles no estaba analizando sus acciones, tan sólo actuaba por una clase de 'instinto' hasta que logró descubrir una puerta secreta ubicada a un costado del trono.
Ésta puerta se abrió con pesadez, y dentro de ella no había más que absoluta oscuridad y silencio.

Pero a Stiles no le importó eso.

Entró a la oscuridad sin preocuparse por nada. Y al avanzar unos cuántos metros, notó que había un par de antorchas encendidas y listas para su disposición.

El humano tomó una antorcha con su mano derecha y siguió caminando hasta detenerse a la mitad del gran salón que acababa de descubrir.

Alrededor de él, y ocultos entre las sombras; varios cráneos de enormes dragones estaban puestos como trofeos a lo largo del salón.
Stiles observó a cada uno de ellos, pasando su mano por encima de los huesos con detenimiento.

Eran hermosos.

Por un momento olvidó por completo que se hallaba allí, debajo del castillo real, observando a esos perfectos cráneos de dragones.

Y de pronto, muy a la lejanía, detectó el sonido de unos cuantos pasos que se acercaban hacia él.

– ¿Stiles? ¿Qué haces aquí abajo? – preguntó Derek, sacando a Stiles del ligero trance en el que se encontraba.

El castaño dio una vuelta para mirar al rey, haciendo un gesto de confusión al percatarse de que aún se hallaba en el salón subterráneo del castillo. Miró a su alrededor antes de volver a toparse con la mirada de Derek.

– Nunca me contaste sobre este salón – mencionó Stiles, caminando hacia el pelinegro, quien traía la ropa mal puesta, pues seguramente ni tiempo tuvo de abotonar sus pantalones debido a la gran preocupación de no sentir a Stiles en la cama –. ¿Cuándo pensabas decírmelo?

– De hecho estuve pensando en decírtelo desde hace tiempo, pero me preocupaba que vieras todo esto y tuvieras miedo – soltó un suspiro –. Además nunca me ha gustado venir aquí abajo...

Derek echó un rápido vistazo al salón, tomando a Stiles de la mano para acercarlo a él, dándose cuenta de que la piel del humano estaba hirviendo, a lo que su estado de alerta se activó de inmediato.

– ¿Estás bien? – dijo Derek, poniendo una mano sobre la frente de Stiles, sintiendo su calor.

– Estoy perfecto, ¿Por qué la pregunta? – contestó con una sonrisa.

– Estás hirviendo, ¿Qué acaso no lo sientes? Parece que traes fiebre.

– No...– Stiles tocó su propia frente, y efectivamente no sentía nada fuera de lo normal –. Tal vez tú estás helado. Será mejor que regresemos a la habitación.

Derek asintió, dejándose llevar hacia la salida por el agarre de Stiles.

– No respondiste mi primera pregunta – balbuceó Derek, cerrando aquella puerta.

The winter is coming...(Sterek)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora