Episodio doce.

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Derek no podía conciliar el sueño, daba vueltas sobre la cama repetidas veces, buscando la forma de poder dormir. Cuando por fin pudo tener un poco de tranquilidad, y cerró los ojos, comenzó a tener un sueño, en el que una extraña sombra le apuñalaba con una daga pequeña, parecida a la que portaba su tío Peter. El sueño eran tan real, que fue capaz de sentir la frialdad del metal atravesar sus tejidos, pero raramente estos no sanaban, sucedía todo lo contrario, empeoraba.
Rápidamente Derek se despertó, teniendo el pulso muy bajo, y sus manos frías. El cuerpo aún le dolía, y la sensación de estar cerca de la muerte no se iba. Miró en dirección a la puerta con algo de duda al oír un enorme grito de dolor puro que no venía desde muy lejos.

– Stiles – murmuró Derek, levantándose enseguida para tomar su ropa y ponérsela. Caminó hacia la salida, notando que la puerta estaba cerrada desde afuera.

– ¿Quieres abrir la maldita puerta? – Derek intentó abrir el picaporte con tranquilidad, pero no logró hacer nada.

– No lo haré – habló Ander desde el otro lado –. Lo lamento...

Apenas oyó la voz del caballero, Derek gruñó con fuerza, sintiendo que sus garras comenzaban a salir sin control alguno, y sus colmillos ya rozaban la piel de sus labios. No volvió a repetir sus palabras, simplemente golpeó la puerta las veces necesarias hasta que logró derribarla, haciendo que Ander soltara un grito de sorpresa. Sí, el rey había perdido el control de su fuerza, y eso era necesario para que Ander se echara correr como Peter le dijo, hacia la bahía.

Si era hombre muerto, no disfrutaría de su paga.

Ander apenas corrió los dos metros cuando Derek lo jaló de las ropas para tomarlo por el cuello, rasgándole la piel con las garras ligeramente antes de lanzarlo al piso.

– No me mate – rogó Ander –. Por favor...

Derek no estaba siendo consciente de lo que hacía, su lado lobo lo dominaba casi por completo, y estaba a punto de asesinar a Ander, pero el pulso de su corazón comenzó a disminuir, y el dolor en el abdomen se intensificó, hecho que lo obligó a detenerse, alejándose de Ander para seguir su camino por el pasillo sin importarle lo demás.

– ¡Stiles! – gritó antes de entrar a la habitación del humano, sintiendo que el pecho se le oprimía al ver tal escena.

Stiles seguía tirado en el suelo sobre un charco de sangre oscura, su pulso estaba demasiado lento y su respiración aún peor, ya estaba agonizando. Rápidamente Derek se acercó a él para levantarlo, llevándolo en sus brazos con delicadeza para no lastimarlo aún más. Cuando tuvo contacto con el humano, su dolor se volvió poco, pero aún así, no dejaba de estar desesperado.

– Stiles, Stiles... – susurró mientras caminaba en dirección al vestíbulo donde se encontraba Deaton –. No cierres los ojos, ¿Entendiste? Mírame...

Stiles no podía permanecer con los ojos abiertos durante mucho tiempo, cada segundo que pasaba los iba cerrando poco a poco, sólo quedándose con la imagen de Derek grabada en su mente.

– ¡Maestre! – Derek pateó la puerta de la habitación, obligando que Deaton saliera, mirando a Stiles con sorpresa, e inmediatamente les dejó pasar.

– Déjelo ahí – señaló el escritorio, luego quitándole todos los libros de encima sin cuidado para poner a Stiles encima –. ¿Hace cuánto pasó esto? – revisó la herida e hizo un gesto.

– No lo sé, tal vez diez minutos – contestó Derek con la voz llena de nervios –. ¿Qué tiene? ¿Qué le hicieron?

– A juzgar por el color de la sangre..– explicó Deaton mientras buscaba algo entre los cajones de un mueble –. Lo envenenaron –. Dicho eso, sacó un frasco con una extraña sustancia dentro.

The winter is coming...(Sterek)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora