Episodio treinta y dos.

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Dedicado a: oniric-writer por su cumpleaños 🌟

Michael cayó de su caballo durante la huida. Alzando la vista al cielo, y observando al enorme dragón negro que volaba encima del campo que ahora ya estaba hecho cenizas. Un par de hombres regresaron por él, levantándolo sin poco esfuerzo, pues Michael yacía en un estado de trance indescriptible.

Su hermano había muerto, y él no pudo hacer nada para evitarlo al igual que como sucedió con Stella.

Los hombres lo subieron a su caballo de mala forma, obligando al corcel a echarse a correr de nuevo. Aunque el dragón parecía no querer atacarlos, los guardias insistieron en que tenían que alejarse de la zona lo más pronto posible.

– ¡Tenemos que refugiarnos en el bosque más cercano! – gritó uno de ellos –. ¡Necesitamos escribir una carta para los reyes, tenemos que advertirles de esto!

– ¡Tiene razón! ¡Un cuervo llegará más rápido que nosotros! – exclamó otro mientras seguían con su cabalgata.

Lydia dio una bocanada de aire, negándose a abrir los ojos a pesar de que su mente ya se encontraba oscura. Sus uñas rasgaron las sábanas que se encontraban debajo de ella, y su mandíbula se apretó tanto que sus orejas le dolían. Estaba desesperada por querer saber más.

– ¡No puede ser! – comenzó a gritar, aún con sus ojos cerrados –. ¡No es posible! ¡Él no puede irse!

– ¿Lydia? – Aiden entró a la habitación en cuanto escuchó la primera frase –. ¿Qué sucede? – puso sus manos en las mejillas de la pelirroja, intentando mantenerla quieta –. ¡Hey, mírame! Lydia.

– Se ha ido...– susurró ella antes de levantarse drásticamente y gritar con todas sus fuerzas.

Aiden ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar ante tal grito, por lo que sus oídos comenzaron a sangrar y a doler con horrores. Todos en el castillo escucharon a la perfección aquel lastimero sonido, pero los lobos fueron los que más se percataron de eso. Segundos después de que Lydia se diera por vencida, cayó de vuelta en la cama, sólo que esta vez, su cuerpo había quedado tan exhausto que se vio obligada a desmayarse sin dar alguna explicación de lo sucedido.

Justo cuando Lydia cerró los ojos en su inconsciencia, los hermanos Hale entraron al aposento con un gesto de preocupación en sus rostros. Aiden, quien parecía estar más confundido que nunca, se alejó de la banshee para limpiarse la sangre que aún escurría por su mandíbula, quejándose por el dolor de cabeza que ahora se le presentaba.

– ¿Qué le pasó? – preguntó la reina, acercándose a Lydia para tomarla de la mano en un intento por rectificar que se encontraba con vida.

– No lo sé, supongo que tuvo una visión – explicó Aiden.

– ¿Te dijo algo? – cuestionó Derek, poniéndose junto a su hermana.

– Sólo dijo que...alguien se había ido – dijo el gemelo, y esas palabras fueron suficientes para que ambos hermanos se miraran con miedo.

– Algo sucedió en Iron Islands...– balbuceó Cora –. No puede ser otra cosa.

– Debemos despertarla – sugirió Derek, no queriendo hacerle caso a la idea de su hermana –. Si algo malo está sucediendo o va a suceder deberíamos de hacer algo ahora mismo – señaló a la banshee –. Ella es la única que puede ayudarnos. Estando inconsciente no nos beneficia.

– ¿Cómo va a despertarla? No sabemos si sea malo para ella interrumpir su inconsciencia – alegó Aiden.

– Y tampoco sabemos si estamos en peligro – insistió.

The winter is coming...(Sterek)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora