Episodio dos.

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Al amanecer, Stiles salió de su habitación en silencio, usando ropa más ligera pero calientita, iba a entrenar con el arco de nuevo, tenía que aprender.
La servidumbre hacía sus deberes con algo de pereza, algunos con jaqueca por la resaca, otros por no haber dormido hasta tarde. Stiles pasó por el patio del castillo, dando los buenos días, y esquivando a uno que otro puerco suelto, yendo directo al cuarto de armería, llevando consigo el arco junto a veinte flechas. El lugar en donde se encontraban los tiros, era en una orilla del castillo, por lo que no había nadie que lo acompañara, a lo que él se sintió mucho más cómodo, nadie podría ver sus fracasos, trece fracasos contando la última flecha que había lanzado.

– No eres bueno con el arco – la voz vino de sus espaldas, a lo que Stiles saltó del susto –. Oye tranquilo, no voy a matarte.

Derek alzó las manos, y sonrió tranquilamente.

– La última vez que nos vimos, había una daga de por medio – alegó el joven, tirando otra flecha, y fallando.

El Rey sonrió ante la actitud del chico, le recordaba a él mismo cuando era adolescente. Observó al humano con atención, tratando de notar cada uno de sus movimientos con el arco, su postura y su concentración eran dos cosas totalmente dispersas por los nervios de Stiles.

– Sube más el brazo – sugirió el mayor a lo que Stiles obedeció –. No, no tan arriba.

Derek se acercó a Stiles, poniendo su mano en el codo del chico para levantar su brazo, luego se paró frente a él, señalándole que tenía que levantar más la barbilla y tomar una postura derecha.

– Inténtalo – le dijo, poniéndose a su lado –. Has que la flecha llegue a la mitad del tronco.

– Suena difícil.

– Si no lo intentas no lo sabrás, anda.

El humano asintió, cerrando los ojos, y soltando la flecha con delicadeza.

– ¡Eso es! – exclamó el Rey –. Acertado.

Stiles abrió los ojos con sorpresa, notando que la flecha estaba ubicada a la mitad del tronco. Giró hacia el Rey sonriendo agradecido y por un momento la idea de abrazar al hombre pasó por su mente, pero se esfumó casi de inmediato.

– Gracias – dijo sonriendo –. Mi hermano nunca me había mostrado qué postura tomar.

– Mal hermano – Derek negó –. Tu postura era malísima, todo chueco.

Stiles hizo un puchero.

– Pero todos empezamos por eso – agregó el Rey –. Ahora ya lo sabes.

– Sí – volvió a tomar otra flecha –. Intentaré de nuevo.

– Esa es la actitud – Derek cruzó los brazos, y no apartó la vista del chico, siendo testigo de cómo insertaba otra flecha en el blanco –. Vas mejorando rápido.

– Dos flechas en dos tiros seguidos – se dijo a sí mismo, contento –. En verdad, le agradezco.

Derek sonrió de lado, sintiéndose un poco humano al haber ayudado en algo tan insignificante para él, pero tan importante para Stiles. Se recargó en una barda sin dejar de cruzar los brazos, y soltó un suspiro.

– Quería disculparme por lo de anoche – mencionó el Rey mientras Stiles estaba a punto de tirar otra flecha, pero el castaño se detuvo al oír las palabras del hombre –. Si no hubiera sido porque reconocí tu aroma, te habría degollado.

– Eso no suena agradable – dijo el menor, acercándose a Derek –. No tengo nada qué disculparle, yo estaba oyendo cosas que no debía, me merecía un golpe pero ni eso.

The winter is coming...(Sterek)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora