Episodio veintitrés.

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Erica acompañaba a Cora estando en su habitación, ambas chicas casi se quitaban las uñas a mordiscos debido a los nervios del momento.

Ya habían pasado tres días y la embarcación del rey no se veía por ningún lado.

El día en que Stiles partió, Derek decidió que fueran tras él en barco, así llegarían más pronto a la bahía de Iron Islands, y ganarían mucho tiempo.

¿Y entonces por qué no regresaban aún?

Erica permanecía junto a la ventana, mientras que Cora estaba dentro de la habitación, sentada en el sofá con una copa de vino en su mano derecha, tan concentrada en observar cómo se movía el líquido rojo dentro de la copa.

– ¡Se acerca un barco! – de pronto exclamó Erica, dando un salto de puro gusto –. ¡Andando mi reina, son ellos. Han vuelto!

– ¿Qué? ¿Estás segura? – Cora se puso de pie como un rayo, y Erica se aprovechó de ello para tomar a la reina de la mano y salir corriendo de la habitación con Cora a su lado –. ¡Erica, ten cuidado o caeremos!

La rubia no se preocupó en hacerle caso a la reina, y siguió con su carrera hasta que ambas estuvieron de pie frente a las puertas principales del castillo.

El barco estaba detenido sobre la bahía, varios hombres ya trabajan en atarlo a unos cuantos barrotes para evitar que las olas se lo llevaran de nuevo a navegar.

Cora salió del castillo, corriendo hacia el puerto para asegurarse de que aquel navío era el de su hermano. Cuando pisó la arena húmeda del lugar, alzó la vista en busca de esos hombrecillos que tantos problemas le daban; encontró primero a Boyd, quien se encargaba de bajar a los prisioneros del barco para llevarlos a los calabozos del castillo.

– ¿En dónde están los demás? – le preguntó Cora, obligando al moreno a detenerse.

– Están en la cabina...y creo que es mejor que espere a que ellos bajen – contestó el beta, reanudando con su caminata.

Cora no tuvo que esperar demasiado para ver a Michael, quien bajaba del barco, pero a la reina no le agradó eso, pues en el rostro del chico no se notaba más que pura tristeza.

Algo malo había sucedido.

Michael se acercó a la chica, extendiendo sus brazos para abrazarla en cuanto estuvieron juntos. Ella claramente detectó el aroma del humano, su tristeza y su coraje combinados con un poco de felicidad, después de todo, si pudo volver a ver a su reina.
Cora levantó un poco su cabeza, sintiendo angustia por ver cómo Michael lloraba en silencio.

– ¿Qué pasó? Michael, dime qué te sucede – pidió ella, alejándose un poco del humano para mirarlo mejor.

Antes de que oyera la respuesta, un par de hombres pasaron a su lado para subir al barco. Ambos se ayudaban entre sí en cargar un ataúd, llevándolo dentro del navío hasta que desaparecieron de la vista de la chica.

– No pudimos salvarla...– balbuceó Michael –. Llegamos demasiado tarde, y...si no fuera por mi culpa, ella ni siquiera se hubiese casado con ese maldito.

– No te culpes – Cora puso su mano sobre la mejilla del humano –. Tú sólo querías lo mejor para ella, y te aseguro que ahora se encuentra en un lugar mejor.

– Su lugar era aquí, con nosotros...

– A veces las cosas no son como las queremos, te lo digo por experiencia propia – le sonrió con tristeza.

En ese momento, los hombres salieron de la cabina, sólo que ésta vez el ataúd ya no estaba vacío. Detrás de ellos, Derek acompañaba a Stiles, llevándolo de la mano como muestra de apoyo, pero para sorpresa de la reina, Stiles no soltaba ni una sola lágrima como ella lo hubiera creído.

The winter is coming...(Sterek)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora