Capitulo 33. Una "pequeña" propuesta

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-Am, yo... quiero que sepas que me has hecho el hombre más feliz del mundo, no solo por haber sido la mejor de las mejores amigas, por haber estado conmigo en cada momento feliz y difícil de mi vida, por haber dejado todo atrás cuando te necesitaba, por haber aceptado desinteresadamente embarazarte para que uno de mis más grandes sueños se volviera realidad y por haberme hecho el orgulloso padre de estos bellos angelitos-, dijo Max mirándome a los ojos y tomándome de la mano, yo estaba recostada con la cabecera de la cama arriba y el sentado al borde de la cama del hospital.

Abrí mi boca para decir algo, pero antes de poder articular palabra Max me interrumpió.

-Quiero que sepas que esto lo he pensado en las últimas semanas y que estoy muy seguro de lo que te voy a decir-, el tomo aire.

-Am, por ser mi mejor amiga, mi mejor fan, la mujer de la que siempre he estado enamorado y la hermosa mamá de mis hijos-, Max metió una de sus manos en el bolsillo delantero del pantalón y saco una cajita de cristal.

El abrió la pequeña caja y yo quede sin aliento.

-Am, te prometo amarte y respetarte hasta el fin de nuestros días, y daré lo mejor de mi para que tu y nuestros hijos sean felices a mi lado. Amelia González, me terminarías de convertir en el hombre más feliz del mundo si te convirtieras en mi esposa-, el me miraba con sus ojos avellana y esa expresión que yo tanto amaba. Mi corazón se aceleró a millón y las mariposas revoloteaban en mi estómago.

Max se arrodilló al lado de la cama y aún tenía mi mano en la suya, mis ojos se cristalizaron y mi mano libre se fue a mi boca de la impresión... OMG!!! todo me imaginaba menos esto!.

-Am, me harías el honor de convertirte en mi esposa?-, y esas solas palabras hicieron que las lágrimas brotaran de mis ojos.

Nunca imaginé que Max me propusiera matrimonio y menos de una forma así tan sincera y espontánea. Estábamos en una habitación de una clínica, yo debía verme todo menos hermosa, mis hijos estaban a nuestro lado en sus cunitas y nuestras mamás lloraban detrás de él en silencio esperando mi respuesta.

-Si-, dije con vos tambaleante de la emoción,
-obvio que si!-, complete con una gran sonrisa y Max se incorporó y me dio uno de sus flamantes besos que me dejaba sin aliento.

El tomo el anillo, un hermoso anillo con un diamante central de color rosa y a los lados pequeñas rocas de su color tradicional recamaban el aro metálico, y me lo puso en el dedo anular de la mano izquierda.

Después nos fundimos en un gran abrazo y de nuevo Max me besó, esta vez fue un beso corto y dulce que fue interrumpido por una algarabía de nuestras madres aplaudiendo y abrazándose.

Ya sé que parecería algo apresurado, el se acababa de divorciar y no llevábamos sino unas semanas de relación, pero Max y yo teníamos una larga historia, esto de ser formalmente novios era algo reciente pero ya compartíamos demasiado desde siempre para saber qué el era el amor de mi vida y que quería pasar cada uno de mis días a su lado.

Fue emocionante cuando mamá saco su celular y empezó a tomarnos fotos, los gemelos se despertaron como si quisieran ser parte de la celebración y hubo foto de los cuatro... ya empezábamos a vernos como una verdadera familia.

Max había traído flores, un hermoso y gigantesco ramo de rosas blancas con los bordes fucsia, el dijo que le habían parecido únicas, así como su prometida y eso me derritió aún más el corazón... sería posible que todo fuera tan perfecto?.

ALQUILE MI VIENTRE y vendí mi almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora