Epilogo

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-Am, cariño, date prisa vamos a llegar tarde!-, me dijo Max desde la puerta de la habitación.

Estaba terminando de arreglar mi cabello en el baño del hotel y su secadora de cabello no era tan rápida como la que tenía en casa.

Decidí no responder y apurarme con el cepillo.

-Mamá, por favor date prisa, no quiero perderme ni un segundo!-, Amy solía desesperarse por estas cosas.

Mire mi reflejo en el espejo del baño y todo parecía estar en su lugar, salí del baño directo a la puerta de entrada.

-Lista amor?-, me dijo Max con sus hermosos ojos avellana mirándome dulcemente y asentí.

A pesar de los años Max seguía siendo tan sexy como siempre, el se conservaba atlético y las pocas canas que tenía cerca de las cien lo hacían ver más interesante.

-Donde está Samuel?-, le pregunte mirando a todos lados.

-Está con Amy esperándonos en el Lobby-, me respondió pasando su mano por detrás de mi cintura para caminar juntos hasta el ascensor.

Estábamos dentro del elevador y Max presionó el botón del Lobby, ese día especialmente se veía más sexy y lo acorrale contra la pared.

-Que haces Am?-, me pregunto con su sonrisa ladeada.

-Quiero besar a mi guapo y sexy esposo, que?, no puedo hacerlo?-, le dije con vos sensual tomándolo del cuello de la camisa y acercándome más a el.

-No me hables así Am, sabes que no lo resisto y ya vamos retrasados-, me dijo con una sonrisa que decía lo contrario.

Me acerqué más a el y lo bese lentamente, Max me rodeó con sus brazos y me atrajo amas a el aún besándome. El timbre del ascensor sonó y las puertas se abrieron.

-Amy mira, mamá está besando a papa!-, dijo Samuel en tono divertido y ambos nos separamos rápidamente. El beso nos había hecho olvidar del entorno y estábamos protagonizando una escena frente a nuestro pequeño de diez años.

Criar a los gemelos fue difícil en muchos aspectos, lidiar con una familia al tiempo que viajas por todo el mundo corriendo autos y con el poco tiempo que le quedaba a Max, sumado a que finalmente había abierto mi clínica de lesiones deportivas en Monaco, la cual ha sido bastante exitosa y ahora era oficialmente la clínica de terapia y rehabilitación de los pilotos de formula 1 y de otros deportistas reconocidos, había hecho que Max y yo desistiéramos de tener más hijos.

Pero una cosa es lo que tú planees y otra muy distinta lo que la vida tenga planeado para ti, eso lo aprendimos bien en todo el proceso de la rehabilitación de la rodilla de Max y mi primer embarazo.

***FLASHBACK***

Max y yo llegábamos a la nueva casa de mamá y Logan para la cena de Navidad.

Finalmente cuando los gemelos tuvieron dos años, Logan le pidió a mamá que se casaran y ahora llevaban juntos en total nueve años.

Ese día Max Junior y Amy habían querido pasar el día con su abuela y estaban desde temprano en su casa.

-Ummm mamá que rico pollo-, por alguna razón tenía un hambre voraz y comí doble porción del pollo relleno que mamá había preparado para la cena.

ALQUILE MI VIENTRE y vendí mi almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora