ALQUILE MI VIENTRE y vendí mi alma

Capitulo 21. La prueba de la verdad

Mamá y Natalia se pusieron muy felices cuando las llame a contarles de mi primer encuentro con Fernando Díaz. Mamá me sugirió que ahora que sabía que no debía entregar a los gemelos, lo mejor sería regresar a América, que ya no había nada que estar haciendo en ese lugar... no puedo decir que no lo pensé, pero la verdad es que no quería separar a Max de los bebes, además aún no sabía si ellos podían hacer algo en mi contra.

Decidí esperar a hablar con el abogado nuevamente para tomar alguna decisión sobre qué hacer en el futuro.

Me encontré de nuevo con el abogado dos días después, el me dijo que debido a que Max era el padre biológico de los bebes yo iba a tener que compartir la custodia con el, y ya que ni siquiera se emplearon los ovulos de Bianca, ella no tenía nada que ver en el asunto. Sin embargo me recomendó que tratará de llevar las cosas lo más amigablemente entre Max y yo, porque si bien ellos no podían obligarme a entregarle los bebes, si podían interponer algún proceso legal por estafa en mi contra... eso me hizo tragar grueso.

Entre Fernando Díaz y yo llegamos a un acuerdo por sus honorarios en caso de que yo lo necesitara de nuevo en Monaco, acordamos un pago por sus honorarios y además yo me haría cargo de su viaje, estadía y todos los gastos que él tuviera por motivos laborales durante el viaje... parece un poco exagerado, pero la verdad no me importaba nada con tal de poder tener a mis bebes conmigo.

El día siguiente a la reunión con el abogado regrese a Mónaco, no quería volver a aquella casa, pero en el momento era lo único que tenía seguro. Al llegar Lola me informó que ese mismo día Max había viajado con Bianca para Hungría ya que el Gran Premio de Hungría se estaba acercando.

Con Max era muy poco lo que hablábamos por teléfono, generalmente nos escribíamos uno que otro mensaje por WhatsApp o Facebook y listo. Ahora tendría la casa para mí sola y lo único que quería hacer era buscar un lugar donde vivir cuanto antes.

Llame a Natalia para pedirle ayuda porque no sabía bien donde buscar apartamentos, en especial cuando no sabía si me iba a quedar en Europa o no, ella me recomendó que buscará un apartamento amoblado, de los que alquilan por temporada de vacaciones y así lo hice.

Durante los días que Max no estuvo me dediqué a buscar un lugar donde vivir, la verdad es que los apartamentos amoblados y listos para habitar no sólo eran costosos, sino que además habían muchos ocupados porque era temporada de verano y había mucho turismo.

Dure varios días buscando hasta encontrar un lugar decente donde quedarme, únicamente firme contrato por un mes con opción de aumentar el tiempo de estancia pero debía pagar por adelantado el primer mes y avisar con quince días de anticipación si iba a extender mi estancia o no. El apartamento era muy bonito, pequeño pero acogedor, únicamente con dos habitaciones, una sala de estar con TV, una cocina pequeña y dos baños, uno en la habitación principal y otro en el área común... nada similar a la casa de Max pero era perfecto para mamá y para mí.

También aproveche para buscar información con las diferentes aerolíneas respecto a cuáles eran las condiciones y el tiempo de gestación hasta el cual me permitían viajar. Lo común fue que por tratarse de un embarazo gemelar debía llevar un certificado médico en el que constara mi buena salud y además solo me permitían abordar el avión hasta la semana 28... y yo ya tenía 24 en ese momento.

Por como estaban las cosas debía buscar un especialista diferente del doctor Hernandez que se adueñara de mi caso y estuviera dispuesto a certificar mi adecuado estado de salud antes de las 28 semanas por si quería viajar a América.

Yo tenía un seguro de salud que había empezado a pagar en mi país desde hacía varios años, era internacional pero no lo había empleado hasta entonces porque Max se estaba haciendo cargo de todos los gastos médicos del embarazo, como lo estipula a su inservible contrato.