008| Tú eres yo, yo y yo. Y yo preocupándome por tí.

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*JANICE EN MULTIMEDIA*

Frank.

Soy un hombre que, además de guapo, soy: valiente, fuerte, humilde, benévolo, generoso, competitivo y puedo seguir describiéndome con más adjetivos buenos. Pero cuando se trata de alcohol curador con una herida sangrante en mi cuerpo; soy un puto cobarde y eso solo lo sabe Janice, sí, a la chica que le vomité encima hace dos noches.

- ¡Mierda! Frank, no lo vas a sentir – dice Janice tratando de atraparme mientras yo me encuentro colgado de lo que antes fue un abanico de techo.

- Janice, eres una mentirosa. Yo sé que me dolerá así que mejor no trates de hacerme sentir me... ¡AHHHHHHH! – me acaba de agarrar de la pierna - ¡No, no, no, auxilio!

- ¡Mira nada más! – se burla – quien lo viera, un muchacho tan prepotente y no puede ni limpiarse una herida. Puto cobarde, puto cobarde, puto cobarde – canturrea mientras gira sobre mi piso de mi sala.

Mis brazos no soportan más estar agarrados de hélices polvorientas, pero prefiero mil veces esto, que estar sintiendo el ardor del alcohol por todo mi cuerpo, no. Me rehúso.

- Pero tú me llamaste, ¿recuerdas? – se rinde y se sienta sobre mi sofá.

- Sí, Janice... pero cambié de parecer y ya no tenía más monedas para volver a llamarte por ese teléfono público – explico.

Aunque, sería mejor bajar. Janice no me cobrará, esto lo hace por mí y seguro si voy al hospital a que me atienda, la obligaran a cobrarme por sus servicios y es algo que no puedo pagar por ahora. Claro, si tuviera, lo pagaría sin dudarlo.

Janice es mi amiga.

Bufo y me bajo de un solo salto haciendo que mis huesos ardan en dolor, pero me lo trago. Ella voltea y levanta la mirada para verme, quiere golpearme, pero recuerda que cada que me golpee, me deberá una cerveza, así que no lo hace. Suspiro y me siento junto con ella, abre su botiquín y veo que saca el alcohol, agua oxigenada, gasas y curitas.

- Si te va a doler, ya no preguntes – me dice robándome las palabras de la boca – a ver, voltea esa carita de perro – me toma del mentón y me hace mirarla – empecemos con el rostro y terminaremos por los pies ¿te parece?

Asiento y saca los algodones. Coloca agua oxigenada en uno de ellos y me pasa el algodón por la primera herida, una línea roja que atraviesa la mitad de mi frente. No duele, así que suavizo el rostro.

- ¿Por qué estás todo golpeado y herido, Frank? – pregunta, aunque la verdad ya se había tardado en hacerlo.

- Pues por una pelea... - contesto sarcástico – no te lo dije por teléfono porque... no sé, solo no me apeteció.

- ¿Y quién te golpeó?

- No tengo la menor idea de quienes eran esos tipos. Solo...

- Dime la verdad, ¿regresaste a los callejones? – pregunta con el entrecejo fruncido. Aquí va el sermón – Frankie, tú sabes que en esos lugares hay personas malas que no tienen nada bueno dentro del corazón, están pútridos ellos y sus vidas... No debes involucrarte ahí, eres un buen chico y solo te echarás a perder. Yo no quiero que arriesgues tu vida así, por favor...

- Sí, regresé – hago muecas de dolor, ahora sí duelen – pero ya basta de sermones, dudo mucho que vuelva. Después de lo que sucedió... no podré poner un pie ahí de nuevo...

Destruyendo a Gerard. [Frerard] DONEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora