016| Shock homofóbico.

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Gerard.

El robot que construimos Frank y yo no dio el resultado esperado; pasó a la segunda ronda, pero al parecer Iero colocó mal algún cable y todo se fue por el retrete. Por ende, el robot que ganó fue el de Kaasim y Julián, no me lo restregaron en la cara porque somos amigos, pero morían por hacerlo. De cualquier modo, Frank ni siquiera se presentó al taller y no lo vi en todo el día. Me imagino que se endrogó hasta no poder más.

O simplemente no quería verme, después de irme de su casa sin dar marcha atrás y ni siquiera voltear o despedirme, me imagino que su pobre ego se vio afectado. Sigo sintiendo que hay algo torcido en nuestro comportamiento, realmente tampoco tengo ganas de verlo, pero no sé por qué.

Mi padre no quiere venir por mí, por lo que ahora camino por la acera solo para llegar a casa antes de que llegue la lluvia; las nubes grises se arremolinan con lentitud amenazando tormenta.

Desearía tener compañía hoy, ahora..., pero Kaasim y Julián están demasiado ocupados con el asunto del concurso de robótica y no pueden pensar en algo más, sin embargo, yo... pateo piedras en el camino.

El parque se ve tan reflexivo, con todos los juegos para niños vacíos, me cuestiono por qué siguen teniendo juegos los parques si ya ningún niño los usa; prefieren el celular. Así que me compadezco por esos muebles de metal y decido ir a sentarme en uno de los oxidados columpios, habiendo tres colores elegí el que está pintado de verde. Meso mi cuerpo y la lluvia amenaza de nuevo, pero esta vez con pequeñas gotas que caen cada siete segundos; sí, los conté.

Me levanto y camino por el interior del parque para retomar el camino hacia mi casa. Está muerto, no hay gente. A excepción de dos chicos que se encuentran sentados en una banca justamente en la esquina en la que debo doblar. Inevitablemente paso por su lado y no puedo evitar mirarlos, platican animosos y al verme, me saludan con cordialidad; yo hago lo mismo y doy vuelta en la misma esquina.

Un paso, dos pasos, tres pasos y después: un disparo. Me detengo, pero no quiero voltear, no lo hago, pero sigo paralizado, mis pies impiden que me mueva y el sonido del revolver se queda aturdiendo mi mente cada segundo que pasa. Relamí mis labios y mi cabeza decide girar hacia atrás, un charco de sangre aparece justo en la esquina, miro la banca y no veo más que dos cuerpos como si estuvieran dormidos y una sombra negra corriendo hacia el lado opuesto.

Entonces corro.

**

Si Frank está en su casa, espero que esté solo, no podría soportar ese asqueroso olor a cigarrillo un minuto más. Pero me da miedo, me da miedo acercarme a su puerta y tocar, sin embargo, mis pies me trajeron hasta acá. Me quedo inmóvil viendo su casa por fuera imaginando qué podría estar haciendo. Me quedo congelado, pero a la vez no quiero verme como un tonto aquí parado afuera.

La sangre de aquellos muchachos, casi puedo sentirla en mi piel; estoy aterrado. Siento como si yo fuera el que los asesinó, pero... ¿debí hacer algo? Nada pudo salir de mí más que correr.

¿Pero qué hago aquí? Seguramente se sorprenderá el verme parado en su puerta, justo como yo. No es exactamente mi amigo, pero sí es una persona que conozco. Pero, si tengo una razón por la cual estoy aquí: tiene que saber lo que ocurrió con nuestro robot, no puedo no decirle.

Después de convencerme de eso, decido caminar hasta su puerta, toco dos veces y escucho su voz.

- ¡No quiero! – responde sin siquiera preguntarle – si son los testigos de Jehová, tienen que saber que prefiero a Satanás.

Destruyendo a Gerard. [Frerard] DONEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora