Esposo de un mafioso || 19 DAYS || TIANSHAN

Fire War

<<En ningún momento dejaré que toques a mi familia de nuevo porque si cometiste un error conmigo no vivirás para cometer otro>>

—Matias A.

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Hay momentos en la vida de un esposo en la que tiene que tomar decisiones estando enojado para aferrarse a esa idea, en éste momento He Tian y He Cheng  se encontraban así, con las ideas recorriendo sus mentes al mil por hora pues no querían que algo malo les sucediera a los únicos rayitos de sol que habían encontrado en su vida. Por favor que ellos sabían que antes de que GuanShan y She Li entraran a sus vidas ellos no eran más que unos mafiosos con vidas miserables y conflictuosas, vidas llenas de frialdad y desdén por la vida de los demás, no les importaba a quién mataban o a quién torturaban con tal de conseguir el dinero que les pertenecía, aún si tenían que abrir a una persona o irle mutilando miembro por miembro para conseguirlo sin mostrar ni una pizca de remordimiento.

Pero eso era diferente, ellos no iban a dejar que cualquier lunático, aún si era su propia sangre, tocara a sus preciados esposos, no dejarían que tocara a sus hijos, no dejarían que los hiciera sufrir porque si alguno de ellos tenía un cabello fuera de lugar no dudarían en ir cortando parte por parte de su propio padre.

De esa forma y arraigados a una velocidad demasiado alta iban por la autopista de china, sus miradas furiosas casi psicóticas eran clara señal de que todos se quitaran antes de que ellos los volaran en mil pedazos, tenían cuentas pendientes con Jianza, He Cheng por los años de maltrato y por haber provocado que matara a su hijo, He Tian porque el muy maldito había osado destruir su casa, haberle quemado la piel, haber causado que su amado pelirrojo se lastimara la espalda y casi haber matado a su pequeño bebé, su hijo, su primogénito. Razones suficientes para querer cortarle la garganta de forma lenta con un cuchillo mientras alguno de ellos apuntaba a su cabeza o abrían su pecho para sacarle el corazón, pero esa sería una muerte rápida; no, ellos querían más, mucho más, ellos querían verlo sufrir lentamente, pidiendo piedad en su agonía, sintiendo como cada parte de su piel era despedazada y como iban quemando cada pequeño tendón de sus brazos hasta que quedaran inútiles.

Sus sádicos pensamientos insentivaban más sus acciones, pensar que podían colocar una bala en puntos estratégicos, darle en la columna y dejarlo parapléjico, evitando que huya, evitando que se defienda y así hacerlo gritar sus nombres mientras grita por piedad, piedad que no pensaban darle en ningún momento.

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GuanShan no podía evitar caminar como león enjaulado en la sala de la casa de su concuño, aún si la mirada de su hijo le decía que debía dejar de preocuparse no podía, se sentía asfixiado, por los dioses, He Tian iba a enfrentar a un jodido psicópata que estuvo a punto de matar a su retoño, ¿Cómo debía sentirse? ¿Aliviado? Por supuesto que no, ni siquiera era capaz de apasiguar sus pensamientos ¿Qué pasaría si lo mataban? ¿Irian tras ellos igual? ¿Los matarían? ¿Podría escapar? ¿Su hijo tendría un futuro? ¿No recordaría a su papá? Se estaba ahogando él solo.

Por su parte She Li estaba sentado en uno de los sillones con tranquilidad, fingida, pero tranquilidad al fin de cuentas, él sabía que planeaba su pareja, no era idiota y había trabajado con mafiosos por años, sin embargo habían muchas posibilidades de que no saliera bien y antes de hacer volar el lugar alguien matara a alguno de ellos o en su defecto a ambos, sí estaba preocupado.

—¿Crees que deberíamos ir?— Preguntó GuanShan volteando a ver al albino.

—Ni tu ni yo podemos, tú tienes un bebé que cuidar y yo... No estoy en condiciones de pelear— Respondió desviando la vista de su concuño.

GuanShan enarcó una ceja esperando más información, no quería especular antes de tiempo, sabía que eso no era correcto, pero la duda lo estaba matando.

—Estás esperando ¿Verdad?— Cuestionó más como afirmación que otra cosa y She Li asintió llevándose ambas manos a su cara de forma frustrada.

—Yo sabía que él iba a dejarme aquí porque no quería que nada me pase y yo no le insistí, él no lo sabe... No quería preocuparlo más, por eso acepté quedarme cuando dijo que necesitaba que te protegiera si alguien venía — Respondió con una latente preocupación recorriendo su ser.

El pelirrojo estaba sumamente asombrado pero decidido se acercó al albino y tras poner su mano en el hombro de éste sonrió.

—No somos mujeres, si alguien viene se va a arrepentir incluso de haber nacido — Comentó GuanShan con una sombría mirada decidida dándole confianza al albino.

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Estaban parados frente al edificio donde su padre solía torturar gente, sin duda tenían todo pensado, sabían que muchas personas se podrían de su lado, estaban hartos de pagar por las estupideces de Jianza quien se regozijaba con el dolor y sufrimiento ageno, pero se había equivocado de personas, ellos no eran unos hombre ordinarios, no eran unos idiotas que se iban a encerrar temblando de miedo por una simple amenaza, no señor, ellos eran unos mafiosos y habían sido entrenados para matar a sangre fría sin sentir miedo o culpa si le volaban una oreja a una pequeña niñita con tal de que el padre pagara lo que debía, pero una cosa es lastimar a otros y otra es ver cómo lastiman a los tuyos y sin duda su padre había cometido ese error, ese fatídico error que estaban seguros cobraría la vida no sólo de Jianza sino de cualquier otra persona que se interpusiera en su camino de venganza, aún si nadie los apoyaba ellos iban a sobrevivir, no iban a dejarlo escapar otra vez.

Su sed de venganza era lo único por lo que estaban a los pies del edificio con un rifle en manos, granadas en una mochila y un galón de gasolina que se encargarían de regar por todo el lugar.

Una guerra de fuego se iba a desatar.

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¡ACTUALIZACIÓN!

¿Qué les ha parecido? ¿Les ha gustado? Yo espero que sí y bueno, ya saben, si les gusto no se olviden de comentar y votar en el capítulo.

Hasta el siguiente.

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Dedicado como mención honorífica a yamilcame