He Tian y Mo GuanShan están casados y tienen un hijo por el cual pasaron por muchos problemas al haberse enterado, pero pudieron resolverlos. Una vida llena de conflictos y delitos que los lleva a pasar una infinidad de sucesos traumáticos y peligro...
<<Las madres son el regalo más hermosos que nosotros tenemos, son lo primero que vemos, lo primero que sentimos, nos abrazan y arrullan para que se vaya el miedo, la tristeza y enojo, no hay más llantos a la lluvia en sus brazos, no hay más monstruos bajo la cama cuando ella te da las buenas noches y no hay preocupaciones cuando está cerca, esa es mamá, pero mamá puede ser peligrosa si tocan a su bebé siquiera, si le gritan, si le pegan, un cabello fuera de lugar puede volver a mamá en el peor enemigo de cualquiera y esto es así porque así como mamá es nuestro mundo, somos el mundo de mamá, más sin embargo papá puede ser la peor arma letal si siquiera dañan a mamá>>
—Matias A.
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GuanShan no quiso separarse de su hijo en ningún momento, ahora lo tenía entre sus brazos, tomando su mamila entre sus dedos mientras veía comer a su bebé. El miedo que había sentido era inhumano, casi lo enloquecía, no quería experimentarlo nunca más, el saber que casi perdía a su hijo, que vivió dentro de él nueve meses, que lo pateó durante 5 meses y le hizo pasar un infierno de 4 horas para poder sacarlo de sí, pero era su bebé y lo amaba, no importaba qué sucediera lo amaba y siempre iba a amarlo, no dejaría que se fuera de su lado nunca más, en ningún momento, ni de chiste.
Lo veía dormir pacíficamente, no podía despegar su mirada de aquellas rozadas y regordetas mejillas que tanto le encantaban.
He Tian tampoco pudo pegar el ojo esa noche, no porque le dolieran las quemaduras, nuevamente eso le daba igual, le preocupaba que algo así pudiera pasar de nuevo, temía por la vida de su familia, antes no lo hubiera hecho, en ningún momento pues estaba confiado de que podía protegerlos, pero no pudo moverse cuando atacaron, claro que detener una granada sin perno era imposible sin que alguna parte de su cuerpo, si es que no era su cuerpo entero, salieran despedazados.
Se sentía desesperado pues a pesar de que su mente estaba dispuesta a contraatacar su cuerpo de carne seguía mal herido, la piel de su espalda estaba quemada y algunas partes de la piel de sus brazos estaba calcinada al punto de verse como carbón, totalmente negro y no iba a mentir, dolía a madres pero bloqueaba ese dolor, no era tiempo de sentir lástima por su cuerpo, no, definitivamente no, él quería justicia, quería venganza.
No podía acudir a la policía, estaría idiota si creía que ellos iban a ayudarlo, eran los más buscados debido a su trabajo, aunque su cara nunca había sudo revelada, era precavido a más no poder pero de igual forma, sería autodelatarse, sólo podía tomar el caso por sus propias manos, le costara lo que le costara.
Pero ahora sí quería a su familia totalmente fuera de eso, lo que pudo haberle pasado a su hijo, si bien no era su culpa, realmente era por tener relación con Jianza y no quería que la vida de su pequeño hijo les fuera cobrada por ayudar a su hermano y a su cuñado. Tampoco era como si fuera delatar al otro par, pero había algo que pudiera hacer él para evitar que se vuelvan a acercar a su familia.
Entonces pensó, la venganza es lo que muchas personas quieren con Jianza, ese bastardo al que no podía llamar padre, aquel imbécil al que no se le tentó el corazón al intentar matar a un bebé que ni el año cumplía al enredarlo con bolsas plásticas que no mantenían el aire. Pero no se lo iba a perdonar, él era una persona muy violenta, cruel y sádica si lo provocaban y sabía de antemano que una vez que su hermano lo supiera iba a reaccionar igual.
Tomó el celular de su esposo y lo llamó, le explicó todo lo que sucedió, escuchó el gruñido del fortachón al otro lado del celular y sonrió, sabía que lo que había sucedido sólo había despertado al par de psicópatas reprimidos dentro de los hermanos He, algo que asustaría mucho a quien sea y que en su momento había sido capaz de asustar a GuanShan, a She Li quién era el primero en haber experimentado todo el infierno en vida propia.
“Todos mis amigos son bárbaros, tómalo con calma”
He Tian había jalado con fuerza cada parte de los tubos que se aferraban a su piel con agujas dejando que el líquido que transportaba cada una se derramara por los suelos sin piedad, los ojos de GuanShan se abrieron por la sorpresa de ver a su esposo con una mirada tan decidida y colocándose su usual camisa negra, la única que pudo rescatar del lugar realmente.
Tomó a GuanShan por la cintura y lo besó con pasión, el pelirrojo cerró los ojos disfrutando del beso demandante y siguió al de cabellos negros hacia la casa de su hermano, no sabía para qué, temía preguntar realmente pues la mirada de su esposo posiblemente fuera capaz de matar a un hombre si le ponía esa vista tan fija.
Cuando llegaron tocaron tres veces la puerta y después les abrió She Li con apuro, GuanShan se fue junto al albino quien lo abrazó como apoyo por lo que antes había sucedido con su bebé pues él, como alguien que había perdido al suyo, sabía lo difícil que había sido.
He Tian y He Cheng salieron de uno de los cuartos cargando cada uno un par de armas bastante grandes con las miradas decididas, estaban hartos de lo que Jianza les había hecho pasar y no lo tolerarían ni un minuto más, nunca más.
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GuanShan se acercó a He Tian para besar sus labios con voracidad temiendo por tal vez no volver a verlo, al menos quería conservar el sabor de sus labios junto a aquella textura que tanto amaba una última vez. Al separarse el azabache acarició la mejilla de su hijo y besó su frente con amor prometiendo que iba a regresar, la misma promesa que le hizo a GuanShan, ésta vez He Tian no pensaba perder y sobretodo, pensaba vivir para contarlo.
Ambos hermanos salieron de la casa entonces dejando una promesa a sus parejas de forma decidida, iban a regresar convida.
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