6- Tan rápido

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Miró las manecillas del pequeño reloj del consultorio avanzar, y con cada segundo que pasaba sólo se preguntaba cómo es que las cosas habían dado un giro de 360°. A penas dos semanas atrás que había considerado aquello una locura y ahora se encontraba con las piernas abiertas y en alto esperando a que lo que fuera que habían insertado a su cuerpo se asentara.

-Muy bien, ya pasaron cinco minutos- dijo la pequeña y menuda doctora entrando al consultorio- eso sería todo, ya puedes cambiarte

-E-eso es todo

-Sí, por ahora. Si todo sale bien deberías comenzar a tener sintomas en dos semanas, si es así no te preocupes, es normal- tomó la receta y anotó algo- tu próxima cita será en un mes - le entregó la hoja y salió nuevamente de la habitación para darle oportunidad de vestirse.

Se vistió y salió de la clínica. No se sentía diferente a antes pero sí muy consternado por todas las emociones que lo asaltaban en ese momento. Caminó a paso lento por las calles y divisó un pequeño café, hace mucho que no se permitía un gustito y ya que pensó que pronto no podría tomar más cafeína, no dudó en entrar.

Mientras esperaba a que la mesera trajera su bebida, observó con nostalgia en dirección a la ventana del acogedor negocio, recordando la voz de aquella mujer diciendole que alguien se había interesado en él. A penas podía creer en eso. No le dijeron de quien se trataba, después de todo él no tenía derecho a saberlo, tan sólo le dijeron que de aceptar firmaría el contrato y le darían una cita para ir al médico. Sin saber cómo, sólo firmó y fue a la clínica.

-Aquí está su bebida- le llamó la camarera sacándolo de sus ensoñaciones

-Gracias- tomó la taza calida entre sus manos y la acercó a su rostro para sentir el vapor que emanaba la bebida

Una parte de él quería llorar, tenía mucho miedo, por su hermano, por él, por lo que estaba por venir. Acercó la taza a su boca y con labios temblorosos tomó un sorbo de la bebida. Estaba muy caliente así que se quemó la lengua. Sintió una pequeña lagrima correr por su rostro pero rapidamente la limpio. No se debía permitir llorar, debía ser fuerte.

-Yo no soy una víctima - se repitió y dejó la taza a un lado. Nuevamente giró la vista a la ventana con el pensamiento de que pronto su hermano podría recibir aquella operación y ambos podrían volver a vivir felices como antes- sólo debo aguantar- infló sus pulmones de oxígeno y volvio a tomar la taza, le dio un sorbo y aunque de nueva cuenta el liquido quemó su lengua no hizo la más mínima mueca de dolor.

Soy fuerte. Siempre lo he sido y seguiré siendo



Vientre en renta- YMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora