16- Sombrilla

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Canción en multimedia🎶





Uno, dos, tres. Jimin contaba los libros que iba apilando cuidadosamente en las repisas, procurando no dejar ninguno fuera de su lugar. Mientras lo hacía, aquellos pensamientos que de tanto en tanto se instalaban en su mente, le distraían.

-No- se dijo a si mismo en un susurro e intentó concentrarse en su tarea. 

Cuatro, cinco, seis. Sin embargo no le era sencillo hacerlo-¡rayos!- exclamó cuando uno de los libros escapó de sus manos y cayó directo en su pie derecho causandole dolor. Hizo una mueca y caminó hasta una montaña de libros para sentarse sobre ella. Respiró hondo y exhaló. No tuvo mucho tiempo para seguir descansando porque la campanilla de la entrada sonó anunciandole que un cliente había entrado.

-Buenos tardes- saludó el anciano y se quitó el sombrero de la cabeza

-Buenas tardes señor Kim- sonrió ampliamente al ver de quien se trataba. Era uno de sus mejores clientes; un hombre de 70 años que frecuentaba la librería desde hace ya varios años- ¿cómo ha estado?

-Eso mismo iba a preguntarte yo, he visto que hay un letrero en la entrada buscando empleado, ¿es que ya no vas a seguir aquí?

-Estaré fuera unos meses- le sonrió al hombre. 

-¿Vacaciones?

-Algo así- rió con una sonrisa fingida, ya que la verdadera razón era el embarazo. No quería que nadie lo viera así, y sabía que llegado el momento debería ocultarse. Antes de pensar más al respecto tomó un libro de la pila y se lo mostró- estoy seguro que le encantará leer este

*

La hora de trabajo había terminado, las luces de la librería fueron apagadas y era momento de volver a casa, sin embargo esa noche Jimin no se sentía con ánimos de hacer precisamente eso. 

Con lentitud caminó lejos de la librería, sus pies se movían con pesadez casi no queriendo responder a lo que les pedía hacer. Con la mirada clavada en el suelo y la mente perdida en algún lugar lejano, llegó hasta un pequeño café en la esquina de una avenida. Al verlo desde afuera y visualizar a la gente que cálidamente disfrutaba de sus bebidas en aquel ambiente acogedor, no dudó en entrar.
Un exquisito aroma a café inundó sus fosas nasales y al instante una sonrisa se le escapó. Con confianza caminó hasta el mostrador y pidió un capuchino. Con su bebida en mano se sentó en un sillón al fondo del establecimiento y disfrutó sorbo a sorbo del caliente líquido sin pensar en nada más que el momento. Había estado tan ensimismado en sus pensamientos que ahora que tenía momento para él , casi consigue olvidar lo que tanto lo atormentaba. Con lo poco que quedaba de su café Jimin se armó de valor y trajo a su mente aquellos pensamiento.

No soy tonto

Rió con sarcasmo y sonrió para darse ánimo.

No, claro que no lo soy. Sé que hay algo ahí y aún así...

Cerró los ojos y negó. No quería pensar más. De esa manera lo había estado haciendo. Él era muy consciente de su estado, de que estaba embarazado y que algo crecía dentro suyo, y aún entonces, se mentía a sí mismo viviendo como si no lo estuviera. Pero sabía que llegaría el día  en que no lo pudiera ocultar más, el día en que no pudiera verse en el espejo y hacer como si no fuera nada, que llegaría el día en que no pudiera seguir con aquella mentira, y eso lo aterraba profundamente.

No quería sentirlo, tocarlo, menos hablarle a aquel pequeño ser. No lo quería en su vida, todo lo contrario, sólo suplicaba que los meses pasaran rápido y aquello saliera de él.

Vientre en renta- YMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora