Capítulo 3

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Abro los ojos y lo primero que noto es la fuerte luz de la mañana golpeándome el rostro. Suelto un largo bostezo y me estiro de brazos y piernas todo lo que puedo. Oh jodeeerrrr. Pero que delicia. Esta cama matrimonial es lo máximo. Estiro mi mano en busca de Steve peor noto que la cama está completamente vacía a mi lado. ¿Qué? Me giro a mi lado y veo que en efecto la cama está vacía a excepción de mí.

Me quito las sabanas grises encima de mí y me levanto de la cama de un salto. Lo más probable es que este en el baño. Camino hacia la ventana y corro las cortinas hacia un lado. Lo primero que veo es lo perfecto que esta el día con el cielo totalmente despejado adornado con esponjosas nubes blancas danzando perezosamente y un sol segador iluminando con su brillo por todos lados.

Bajo la vista y veo la calle llena de personas (probablemente dueños de estos apartamentos) caminando animadamente por todos lados. Sonrió de oreja a oreja al ver esto porque Steve y yo podremos estar libremente por toda la ciudad. Discretamente claro, pero, aquí no tenemos que ocultar nuestra relación.

Suspiro pesadamente y cierro las cortinas. Me giro hacia la habitación y la inspecciono con detenimiento. Las paredes azules, la televisión de pantalla plana, el enorme armario con puertas de madera fina... es el típico apartamento de un chico soltero en Nueva York excepto que aquí no tiene posters de mujeres desnudas. Me paso una mano por el pelo y camino hacia el librero distraídamente.

Veamos, veamos, ¿Qué tenemos por aquí?

Uno a uno leo los títulos. Anna Karenina, lo que el viento se llevó, algunos de Shakespeare y por supuesto, el retrato de Dorian Gray. Pongo los ojos en blanco. ¿Cuántas copias tendrá de este libro? Meneo la cabeza y dejo el libro en su lugar. Cuando me volteo, veo a Steve para en la puerta de la habitación observándome divertido con una bandeja llena de comida en las manos. Entra en la habitación y deja la bandeja sobre la cama.

—Ven aquí.  —Me toma de las manos y me jala fuertemente hacia el estrellando su boca con la mía con demasiada fuerza y ambos gemimos de placer al sentir el contacto de nuestros labios pegados. Steve recorre mi espalda lentamente con su mano hasta llegar a mi trasero y me da un fuerte azote.  Por acto reflejo pego un respingo y el muy cabron se ríe pegado a mi boca. Se separa de mí mordiéndome el labio inferior y me da un fugas beso en la nariz. Wao. Al parecer, el señor esta de muy buen humor esta mañana.

—Pareces feliz.  —Susurro acariciándole el suave pelo con mi mano. Pero que suave es su pelo.  Él me toma la mano y me besa cada uno de los dedos con ternura.

—No estoy feliz.  Estoy eufórico.  —Casi da un pequeño saltito y tengo que aguantar la carcajada apretando mis labios.  Este hombre es como un niño mimado y a veces me pregunto cuando madurara. Sacudo la cabeza. No creo que eso pase pronto.

—¿Y puedo saber el motivo?  —Me hago la tonta. Se perfectamente cuál será su respuesta.

Me mira unos instantes a los ojos y estos brillan de pura felicidad. Se me encoge el corazón. Oh Steve, soy igual o más feliz que tú al estar aquí contigo. Antes no he tenido tiempo de asimilar el gran torbellino de emociones que he sentido al verlo vivo pero ahora que lo estoy mirando los ojos, todo ese torbellino de emociones se reduce a una sola. Felicidad.

—Estoy vivo y tengo a mi lado. Eso es más que suficiente para estar inmensamente feliz.  —Me toma de la mano y ambos nos sentamos en la cama junto con la bandeja llena de comida.  La inspecciono y veo que ha preparado panqueques, huevos revueltos, tocino, hay jugo de naranja y un poco de yogurt natural.

—Mi desayuno favorito.  —Sonrió ampliamente ahora algo hambrienta y tomo un bocado de panqueque.  Oh mierda. Está muy bueno.  —En definitiva, tus destrezas culinarias han mejorado.  —Lo miro y el muy engreído se encoge de hombros.

Destino InseguroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora