La sangre se me hiela tanto que creo que me moriré ahora mismo. Reconozco esa voz. He vivido diecisiete años escuchándola día y noche a todas horas. Podría reconocer esta voz áspera y grave en cualquier parte del mundo. Creía que no volvería a escucharla tan pronto por ni yo misma estaba preparada para este momento. No me atrevo a mirar hacia atrás porque se perfectamente a que hombre veré a mis espaldas. No. No estoy lista para este momento. Le he dado tanta vuelta a la cabeza, pero nada me preparo para esto.
Esto no puede ser verdad.
Mi corazón golpea frenéticamente contra mi pecho y siento que me ahogo. Espera un momento.... ¿Mi corazón está latiendo? No me había percatado de ello. Creía que se me había congelado junto con mi sangre. Al menos eso es lo que sentía hace unos segundos. Sacudo la cabeza y salgo de mi estado de trance. Trago saliva como si me estuviera tragando una bola de ping pong. No. No me puedo quedar aquí. Doy un paso hacia adelante...
-Bethany... -Me paro en seco otra vez y escucho como camina acercándose a mí. -Cielo yo...
-¡Aléjese de ella! -Henrry entra en acción al ver que mi padre se me acerca y se interpone entre los dos como un escudo protector y se alza frente a mi padre como King Kong. -No se atreva a acercarse un paso más a ella. -Lo amenaza con voz cruda entre gruñidos. De seguro Steve le puso sobre aviso de mi padre.
Mi padre bufa como lo toro. Lo puedo escuchar perfectamente.
-¡Es mi hija maldito negro asqueroso! -Escupe como si fuera veneno. Al escuchar a mi padre hablarle a Henrry de este modo tan racista, me giro y lo veo. Va vestido elegantemente con un pantalón negro de vestir, mocasines y camisa blanca sin corbata. Esta afeitado y bien peinado. No parece que haya sufrido mi partida. -¡No me digas lo que tengo o no hacer con mi hija! ¡Regresa a la maldita selva de donde...
-¡Cállate! -Le grito a todo pulmón y el pega un brinco con los ojos abiertos como platos. -¡No tienes derecho a venir aquí y hablarle de ese modo a Henrry ¡¡Tú no eres nadie! -Estoy que tiemblo de la furia. ¿Quién demonios se cree...?
-Soy tu padre, ¡carajo!
-No. No lo eres. -Lo miro de pies a cabeza con asco. -Gracias a Dios no llevo tu sangre contaminada en mis venas. -Le escupo con odio y veo como abre los ojos como platos sorprendido y herido al mismo tiempo.
Yo misma me sorprendo de mis crueles palabras.
-No me hables así Bethany. -Aprieta la mandíbula y me lanza una mirada asesina. -Yo...
-¿Tu qué? -Lo interrumpo antes de que continúe. -¿Me criaste? -Casi me rio. -No me hagas reír. Tu no querías una hija. Tu querías un robot al cual manipular a tu antojo y esa no soy yo. Hasta un favor y regresa por donde viniste porque yo no pienso volver a tu lado. Ya no te necesito más. -Doy media vuelta y me acerco a Henrry decidida a irme...
-¡Claro que me necesitas! -Grita a mi espalda. -¡Soy tu padre!
Esto último lo dice gritando casi gritando y la furia vierte en mí. me giro otra vez hacia él.
-Tu dejaste de ser mi padre en el momento en el que le disparates esa bala a Steve y lo dejaste morir, al hombre del que me enamore. Dejaste de ser mi padre cuando en el juicio, me tratas de loca diciendo que tu no habías asesinado a Steve y luego me mandaste a un psiquiatra. -Una lagrima amenaza con salir de mis ojos, pero me las limpio ante de que caigan. No pienso llorar al frente de este hombre. Tomo una bocanada de aire y jalo a Henrry del brazo para que nos larguemos de aquí.
-Bethany yo...
-Ahórrate las mentiras. -Jalo de nuevo a Henrry que mira a mi padre con odio puro. -Henrry, vámonos ya. -Mi voz es uin hilo y hago un esfuerzo sobrenatural para no llorar.
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Destino Inseguro
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