Capítulo 23

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Entro al cuarto de baño con pasos lentos cerrando la puerta tras de mi y me quito la ropa dejándola sobre el lavado. Necesito un buen baño y lavarme el pelo. Tomo el shampoo del anaquel y me meto en la regadera. Abro la pluma y me relajo al instante al sentir la cálida agua recorrer mi cuerpo. Este baño tiene que ser rápido.

Tomo el shampoo y me lavo el pelo con toda la delicadeza que puedo para que mis rizos no se conviertan en una maraña. En cuanto termino me paso acondicionador y me desarrendó el pelo junto con el agua y ya está. No necesito una eternidad para lavarme bien el pelo. En cuanto termino de bañarme toda, tomo la toalla del anaquel y envuelvo mi cuerpo con ella. Salgo hacia la habitación.

Dentro, veo que Steve está leyendo un montón de papeles con el ceño fruncido. Cuando nota mi presencia alza la vista hacia mí y me lanza un quiño travieso. Yo le sonrió ampliamente mientras camino hacia el armario. Me quito la toalla y me pongo ropa interior de algodón blanco. Tomo una camiseta blanca y unos pants grises que son muy frescos. Si estoy sola con Steve aquí en el apartamento no tiene sentido que este bien arreglada.

Me giro hacia el y noto que me está mirando con detenimiento.

—Una foto dura más. —Me seco el pelo con la toalla y sonríe ampliamente.

—De esas tengo miles. —Se encoge de hombros y regresa su atención a los papeles y yo me quedo paralizada.

¿Acaso dijo...?

—¿Qué quieres decir? —Lo miro con los ojos abiertos como platos. Espero que no sea lo que estoy pensando.

Deja sus papeles y me mira directamente.

—Te he tomado miles de fotos con mi teléfono sin que tú te dieras cuenta. —Se vuelve a encoger de hombros como so lo que acabara de decirme es de lo más normal.

—Ay no. —Me tapo la cara con las manos completamente avergonzada. ¿Por qué carajos haría algo como esto? Creía que tomarle fotos a escondidas a tu novia como los protagonistas de esas malas novelas juveniles estaba sobrevalorado.

—Ven aquí y te las mostrare. —Da unas palmadas en la cama a su lado. Suspiro derrotada y me meto en la cama a su lado apartando el montón de papeles.

Me rodea la cintura y toma su teléfono de la mesita de noche y enciende la pantalla. Tras un segundo, me entrega el teléfono y me quedo con la boca abierta al ver la pantalla. Hay una carpeta con cientos y cientos de fotos mías.

Me cuesta creer que me haya tomado tantas fotos sin siquiera percatarme de ello. Paso una a una las fotos y en ellas me veo riendo a carcajadas, haciendo un mohín, sacando la lengua.... Inclusive hay un montón en las que estoy acurrucada a su lado durmiendo plácidamente mientras el me abraza y me mira con adoración. No puedo evitar la enorme sonrisa que se me dibuja al ver todas estas fotos.

Son hermosas. Me encantan.

Sobre todo, aquella en la que Steve y yo le damos la espalda a la torre Eiffel con el imponente crepúsculo alzándose en el cielo iluminando la preciosa torre. Esta es la foto que se negó a mostrarme aquella tarde cuando la tomo. Es simplemente preciosa. Steve me tiene abrazada dándome un beso en la mejilla con dulzura con los ojos cerrados y yo le sonrió a la cámara radiante de alegría. Sin duda esta es la madre de las fotos.

—Esta es mi favorita. —Le enseño la foto y el sonríe con cariño. —Es perfecta.

—La perfecta eres tú. —Me lo dice con ternura y le devuelvo la sonrisa. El se inclina y me da un beso en los labios.

—Sera mejor que me vaya al estudio y comience con mis deberes. —Me muerdo el labio inferior mientras me mando algunas fotografías a mi teléfono. —Recuerda que saldremos almorzar esta tarde. —Le entrego el teléfono y le doy un pico en los labios.

Destino InseguroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora