Capítulo 4

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En cuanto llego a la escalera completamente arreglada, me paro en seco al ver a Steve abrazado a sus padres. Se abrazan tan fuertemente que se me hace un nudo en la garganta del tamaño de una pelota de golf y una lágrima se me resbala por mis mejillas. No puedo imaginar la gran felicidad que han de sentir en estos momentos los señores Jones al tener a su hijo en sus brazos después de ocho meses de haberlo creído muerto. Será mejor que me quede aquí apartada en silencio unos momentos y darles algo de privacidad. No quiero arruinar el momento tan especial entre padres e hijo.

Como notando mi presencia, Steve se separa de sus padres y gira lentamente hacia mí. Me mira unos segundos con los ojos llenos de lágrimas y se me encoge el corazón al verlo de esta manera. No soporto verlo llorar. Le sonrió tiernamente y asiente ligeramente con la cabeza. Me insta a unirme a ellos. Ok Beth. Respira. Resoplo y uno a uno bajo las escaleras tímidamente hasta llegar al último escalón. Steve viene a mí y me toma de la mano. Me lanza una sonrisa tranquilizadora y entrelaza sus dedos con los míos.

—Mama, papa. Les presento a mi preciosa novia Beth. —Sonríe de medio lado. —Aunque creo que ya la conocen.

La señora Clare da un paso hacia mí y me da un fuerte abrazo cariñoso que le devuelvo al instante. A pesar de todas las cosas que han ocurrido con su hijo en los últimos meses, sorprendentemente hemos tenido una excelente relación y esto, es un grandísimo alivio. Al principio creía que ellos me culparían por la muerte de su hijo. Bueno, no los culparía porque eso sería lo más lógico del mundo pero, al decirle toda la verdad sobre lo que realmente paso esa mañana, me creyeron. En cuanto me suelta Clare, el señor Erick me abraza inmediatamente.

—Por supuesto que la conocemos cielo. —Clare acerca a su hijo hacia ella y le alborota el pelo con cariño. —Y déjame decirte que es realmente muy bonita.

El señor Erick me suelta de su abrazo.

—A si es hijo. —Al señor Jones se le hincha el pecho de orgullo paternal. —Tienes un buen gusto con las mujeres. —Me lanza un quiño y Steve pone los ojos en blanco. —Claro está que tus gustos los heredaste de mí.

—Si papa. Lo que tú digas. —Steve da un paso hacia mí y me toma de la mano jalándome hacia él y dándome un beso en la frente. —Ahora dime, ¿Cómo están las compañías?

—Hijo, tu madre y yo te acabamos de recuperar. —Erick sacude la cabeza negativamente. —Este no es el momento de hablar sobre los negocios familiares.

—Siempre es un buen momento para hablar de los negocio familiares padre. Eso tú me lo has enseñado muy bien.

La manera tan arrogante con la que habla, me recuerda al Steve ejecutivo. De tal palo tal astilla. Recuerdo lo que me dijo Steve una vez. Su padre lo crio de tal forma en la que solo pensara en los negocios de la familia y al verlos aquí y ahora hablando de sus empresas, no me cabe la menor duda de que hacia fue.

—¡Ese es mi hijo! —A Erick se le hincha nuevamente el pecho lleno de orgullo paternal y de reojo veo que Clare pone los ojos en blanco claramente exasperada. Y tiene toda la razón. Después de tantos meses separados, por fin se reúnen y los temas referentes al trabajo deberían ser prohibidos por esta noche.

—No empiecen a hablar de negocios ahora por favor. —Clare casi suplica acariciándole el pelo a su marido.

Erick y Steve la miran al mismo tiempo como si la mujer tuviera dos cabezas. Pobre de Clare. Tener que aguantar a estos hombres no debe de ser nada fácil para ella.

—¿Y bien padre? —Obviamente, Steve no escucho la súplica de su madre.

Me muerdo el labio inferior para no echarme a reír delante de Clare. Eso la enojaría mucho y lo confirmo al ver de reojo su reacción furibunda.

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