Capítulo 14

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Diez minutos más tarde, el desayuno está servido sobre la mesa. Coloco mi plato y Steve aparece en la puerta vestido con camisa azul, saco negro, pantalones de vestir negros y mocasines a juego. Se está acomodando una bonita corbata y me lo como con la mirada. Joder. Este hombre está bueno hasta con una bolsa de basura.

—Cariño, ya deja de mirarme así. —Me lanza una mirada de advertencia.

—¿Así cómo? —Me hago la inocente aleteando las pestañas mordiéndome el labio inferior. Su mirada de torna oscura y peligrosa como la de un animal apunto de atacar a su presa.

Posa su mirada en mi entrepierna.

—Cariño, no me provoques. Tengo mucha hambre y ya voy tarde a mi reunión.

Sonrió malignamente.

—¿Hambre de qué? —Me paso una mano lentamente por todo el cuello y la bajo sigilosamente por entre mis pechos y me los acaricio. Veo como respira trabajosamente y se remueve un poco inquieto.

—¡Joder! —Exclama acomodándose el paquete. —¿Acaso no quieres que salga de aquí?

Hecho la cabeza hacia atrás y suelto una carcajada. Me encanta provocarlo de esta manera. Es algo que no puedo evitar. Sobre todo, porque es el efecto que ejerzo en él. Su mirada sobre es sumamente carnal. Carajo. Ahora soy yo la que le tiene muchas ganas y lo deseo desesperadamente. Cálmate Beth. Me reprendo internamente y me siento en la mesa para desayunar.

—Lo siento. Solo estaba jugando. —Tomo mi tenedor y le doy una probada al omelet.

Steve camina hacia mí y se sienta a mi lado.

—Cielo, no juegues así conmigo. Ya sabes cómo me pongo de cachondo. —Me fulmina con la mirada. —Ya jugaremos en la noche.

Un dulce escalofrío me recorre el cuerpo por la anticipación. Sobre todo, cuando lo miro y veo que sus pupilas están notablemente dilatadas.

Mmmm......

—¿Estás pensando en sexo, ¿verdad? —Steve deja su baso de juego de naranja sobre la mesa y se pasa el dedo pulgar por el labio inferior de manera provocativa. Espera un momento, ¿Cómo diablos llego el jugo de naranja... —Beth...

Sacudo la cabeza.

—Ya sabes cuál es la respuesta. —Lo fulmino con la mirada y me sirvo un poco de juego de naranja.

—Mierda Beth, te has vuelto insaseable, cariño. —Abre mucho los ojos y finge estar horrorizado.

Pongo los ojos blanco.

—A ti te encanta que se insaseale. —Le digo con media sonrisa en los labios y arqueo las cejas.

—Tienes razón. —Admite y suelta una carcajada. —Carajo, me vuelves loco mujer.

Le lanzo un beso y ambos continuamos desayunando en un cómodo silencio. De reojo noto que me lanza miraditas de vez en cuando e intencionalmente se las devuelvo. Su mirada se dulcifica hasta que de pronto suena su teléfono e interrumpe nuestro momento de paz.

—Jones. —Contesta Steve un poco malhumorado. En cuanto escucha la voz al otro lado de la línea, pone los ojos en blanco. —Ya voy saliendo para la oficina, ¡carajo! —Grito y pego un brinco.

Quien sea que este al otro lado de la línea, lo compadezco un poco. Interrumpir el desayuno de su jefe con su novia y ponerlo de malhumor antes de que llegue a la oficina, no es muy inteligente de su parte. Miro a Steve que se pasa una mano por el pelo muy exasperado tratando de mantener al clama mientras escucha a la otra persona. Se pellizca el puente de la nariz señal de que está llegando al límite.

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