Capítulo 19

417 29 4
                                    

—Es un coche excelente señor Jones. —El hombre parece avergonzado al ser tan obvio al mirarme y Steve le lanza una mirada de advertencia.

—Lo sé. —Responde Steve abriendo la puerta del pasajero y literalmente me empuja dentro y cierra la puerta justo cuando estoy a punto de protestar. Me acerco un poco más a la ventana y veo que Steve le está diciendo algo muy grave al pobre hombre que tiene la cabeza gacha.

Siempre me sorprendo de lo fácil que Steve intimida a las personas. Es como un don. Aunque a mí jamás me paso. Steve nunca me ha intimidado ni una pisca. Y eso se debe a que jamás permito que otras personas me intimiden por mucho dinero o poder que tengan. Todos somos iguales y jamás debemos permitir que alguien nos intimide. Steve entra en el coche con un suspiro y lo enciende.

—¿Sabes? También deberías advertirle al viento que no sople cerca de mí y me toque la piel. —Pongo los ojos en blanco y mi tono no podría ser más sarcástico. ¿Qué me gano yo? Un fuerte apretón en el muslo como advertencia.

—No te hagas la graciosa conmigo señorita. —Me da otro apretón en el muslo y pego un brinco. —Ese imbécil se lo merecía. Al menos los otros hombres disimulaban cuando te miraban. —Se gira hacia mí y me mira. —Eso es lo que gano por tener a una novia tan preciosa.

Me quiña el ojo, centra su vista en la carretera y pone el coche en marcha. En segundos estamos en el espantoso tráfico de la ciudad rodeados por otros coches y peatones. Miro por la ventana y algo me dice que el viaje será largo. Estiro mi mano y enciendo la radio. The Fray nos inundan los oídos con Never say never.

Apoyo la cabeza sobre sobre la ventana y cierro los ojos deleitándome con la dulce canción. Esta es por mucho, mi canción favorita de esta banda. Steve entrelaza sus dedos con los míos y las comisuras de mis labios se elevan en una leve sonrisa. Me encanta como Steve y yo nos comunicamos a través de la música.

Nos quedamos en un cómodo silencio y miro como el crepúsculo se alza sobre la ciudad iluminada con sus colores naranjas y purpuras que se reflejan en los edificios de cristal. Es increíble. Ahora más que nunca entiendo por qué las personas se enamoran de esta ciudad.

—¿Admirando la vista? —Me giro hacia el que tiene una sonrisa cariñosa en los labios. —La primera vez que vine a esta ciudad también quedé hipnotizado.

Al escuchar esto, me acuerdo de una cosa.

—Desde que tus padres te trajeron a este país, ¿has regresado a Londres? —Sé que sus padres lo hacen, pero, Steve ha vivido en este país desde pequeño y quizás el...

—Por supuesto que si cariño. Cuando mis padres me trajeron a Estados Unidos no fue nada definitivo hasta que mi padre fundo la primera empresa. Cuando estuvo establecida, no regresamos a Londres y allí viví hasta los dieciocho. Cuando me vine a vivir a este país, fue cuando conocí a Ella y nos mudamos a mi apartamento. Ambos visitábamos Northpield por nuestros padres. El resto de la historia ya la sabes.

Vaya. Así que Ella vivía en esta ciudad cuando se conocieron. Me parece que ya lo había mencionado, pero ¿Cuántos años tenía? ¿dieciséis? Si no mal recuerdo, Steve es dos años mayor que Ella. ¿Cómo es que...?

—Ella vivía en esta ciudad con su tía por el colegio. Ella era menor de edad para ese entonces y mantuvimos lo nuestro en secreto por nuestras familias. Cuando al fin ella cumplió la mayoría de edad, se lo contamos a nuestros padres, formalizamos lo nuestro y ambos empezamos a vivir en mi apartamento. —Steve termina su relato como si me hubiera leído el pensamiento.

No se me pasa desapercibida que hay ciertas similitudes entre su historia con la mía. Pero la diferencia está en que mi propia madre me traiciono echando todo a perder. Me pregunto cómo habrían sido las cosas si lo nuestro no hubiera salido a la luz antes de tiempo. De seguro no habrían sido tan complicadas y dolorosas. Sobre todo, porque ya tendría la mayoría de edad y no estuviera viviendo bajo el techo de mis padres.

Destino InseguroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora