Un par de besos me despiertan y abro los ojos poco a poco porque me pesan un poco los parpados. Al abrirlos completamente me encuentro con par de preciosos ojos verdes como el pasto en verano que me miran con adoración. Le sonrió soñolienta y su rostro se dulcifican al instante.
—Buenos días preciosa mía. —Sus es clara y me dice que lleva rato que está despierto.
—Buenos días tú. —Estiro mis manos y entierro mis dedos en su suave pelo que cada vez está más largo.
Y me encanta.
—Hoy vendré más temprano del trabajo y te llevare a dar una vuelta a donde tu quieras.
Mmm...
—De acuerdo. —Acepto con muchas ganas y entusiasmada ante la idea de salir con el. —¿Sabes? Se me antoja comer pizza esta noche. —Si vamos a estar dando un paseo por la ciudad, no le veo el sentido a venir tan temprano al apartamento solo porque tengamos que cocinar. Eso arruinaría completamente la noche.
—Como ordene mi preciosa. —Me da un beso en los labios y se levanta de la cama liberando mi cuerpo de su peso.
Suspiro y me paso una mano por el pelo mientras observo Steve tomar su toalla de la puerta del armario y sale de la habitación con pasos lentos. Miro a todos lados por la habitación y me percato de que está un poco oscuro. Ay no.... Me quito las cobijas y las sabanas de encima y salgo de la cama de un salto. Camino hacia la ventana.
Descorro las cortinas y veo con cara de disgusto que el cielo esta nublado con nubes grises ocultando el sol. Maldita sea. Tenía la esperanza de que el buen tiempo que había hecho en los primeros días que vine aquí continuará por una larga temporada. Pero creo que eso es pedir un milagro. Solo ruego que no caiga una sola gota de lluvia. Esta ciudad tiene fama por su clima húmedo. Miro hacia abajo y veo a las personas caminar apresuradamente vestidos con grandes y gruesos abrigos para cumplir con sus deberes de un sábado por la mañana.
—¿Otra vez el día amanece nublado?
Me giro y veo a Steve entrar por la puerta envuelto en una toalla sobre sus caderas y su ropa sucia en una mano que tira en la canasta al lado del armario y camina hacia mi colocándose a mi lado. Alza la mirada al cielo y pone los ojos en blanco al ver los nubarrones grises.
—El clima de esta ciudad es un asco. —Se pasa una mano por el pelo algo frustrado y se aparta de mi caminando de regreso al armario.
—¿Crees que vaya a llover? —Me muerdo el labio inferior. —Eso arruinaría por completo nuestros panes de salir. —Cierro las cortinas y me siento en la cama observando como Steve se coloca los pantalones grises de vestir.
—Espero que no. —Toma una camisa blanca y se la abotona a toda prisa. Ni siquiera le voy a preguntar si piensa desayunar algo. Es obvio que no. A simple vista se ve que va atrasado a una junta importante. De seguro tiene algo que ver con el nuevo dispositivo que está a punto de lanzar.
Entonces me acuerdo de una cosa.
—¿Para cuándo el señor Benedith quiere mi manuscrito? Anoche me dijiste que él deseaba que ya fuera conociendo a los posibles editores que se encargan de mi libro. —Me muerdo el labio inferior. Esto me pone un poco nerviosa. No poder terminar de escribir antes de que pidan mi manuscrito.
—Benedith me dijo que no quería presionarte con eso así que, tómatelo con calma cariño. No hay prisa. —Sonríe de medio lado. —Aunque es verdad que Benedith está algo ansioso por leer tu libro.
—Bien. —Suspiro aliviada. Aun me falta terminarlo y releerlo para que haga correcciones y esté completamente listo. Me alivia saber que aún me queda algo de tiempo antes de entregarlo al señor Benedith.
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Destino Inseguro
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