Capítulo 23

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— De acuerdo, vamos, arriba.

Axel apenas había levantado unos cuantos expedientes, cuando las manos del hombre vestido con una impecable bata blanca, la puso de pie sin mucho esfuerzo.

— Debo... debo llevar esto... Mi jefe —logró decir apenas. Estaba temblando y la cabeza no paraba de darle vueltas. Ni siquiera la presencia de su primer ex novio delante de ella, le afectaba a como se suponía tenía que hacerlo.

Aún conservaba muy claramente en su memoria todo lo que le había dicho la última vez que le vio y realmente se sentía como una idiota.

Kevin, jamás fue un imbécil con ella, al contrario, quiso ayudarla —aunque no lo hizo de la mejor manera—, pero ella en ese momento estaba dolida con todos y necesitaba culpar en general por su sufrimiento.

— Yo soy tu jefe, así que te ordeno que respires con calma y me acompañes a mi oficina —Kevin recogió los expedientes y los tomó con una sola mano, mientras que, con la otra, agarró a Axel del antebrazo y la guío hasta el consultorio del cardiólogo, no muy lejos de dónde se había enfrentado con Mario.

¿Kevin era su jefe? Estuvo tan ocupada siguiendo al imbécil de Mario que ni siquiera se había molestado en husmear como se llamaba su jefe.

Mario, ese tipo, todavía no podía creer que justo en ese lugar fuese a encontrarlo. Eso no podía ser simple casualidad.

— Toma asiento y relájate —Kevin se apoyó en su escritorio, pulcramente ordenado y se cruzó de brazos, esperando a que ella volviera a la normalidad.

Axel le observó apenas unos segundos, pero no necesitó estudiar con mucho detenimiento a ese hombre, era idéntico al Kevin de hacía años atrás, nada en él había cambiado, seguía siendo físicamente al chico de mirada angelical que ella recordaba y debió aceptar que algo dentro de ella se removió al instante.

Él la estaba observando con seriedad, pero Axel de inmediato supo que no estaba molesto ni mucho menos, sino más bien era una seriedad debido a la preocupación.

— Estoy bien —aseguró ella, viendo esta vez a los ojos. Esos ojos azules claros se mostraron más risueños.

— Sé que no es de mi asunto, pero ahora eres parte de mi personal, así que debo preguntarlo. ¿Tienes algún problema con Mario? Los he visto discutir hace un momento —la suave voz de Kevin invitaba a la tranquilidad, pero con el solo hecho de mencionar a ese desgraciado, le hacía hervir la sangre debido a la rabia. Kevin no tenía por qué enterarse de sus problemas ni mucho menos, así que decidió no involucrarle en algo en lo que él ya no participe.

— No es nada. Solamente no congeniamos muy bien desde que nos conocimos, eso es todo.

Kevin se dirigió hasta la silla giratoria detrás de su escritorio y tecleo algo en su Laptop.

Axel se puso de pie al caer en cuentas de que Kevin —su jefe, rayos—, estaba revisando los expedientes que se suponía, ella le llevaría. Se metió las manos en las bolsas de su camisa de trabajo y esperó hasta que el silencio se hizo incómodo, al menos para ella.

— ¿Conoces al doctor Haez? —eso fue lo primero que acertó a preguntar. No era un tema personal y era algo por lo cual tenía curiosidad.

Kevin despegó la mirada del ordenador, pero no para verla a ella sino a las hojas de papel desparramadas sobre su escritorio.

Tal vez, ella no sintiera ningún mal pensamiento hacía él, pero al parecer, Kevin, si lo tenía hacía ella. Si eso era así, esos diez días que ella debía estar en ese lugar iban a ser agregados a la lista de las situaciones más incómodas de toda su vida.

Regresa a mi Lado✔ (Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora