Capítulo 34

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Tanto Axel como Mario, ninguno se quitó la mirada del otro, uno esperando respuesta y el otro no cediendo ante la acusación silenciosa que se le estaba haciendo.

- Debes sentirte poderosa de atraer la atención de dos hombres tan importantes. ¿Les has dicho algo de mí?

Axel tomó su puesto y sonrió al escuchar como la voz de ese hombre temblaba.

- Si hubiera dicho algo, probablemente tú no estarías aquí entrometiéndote en algo que no es asunto tuyo –respondió ella, mientras acomodaba una caja con toallas que había llevado.

- Ya te advertí, no se te ocurra...

- No me amenaces – Axel dejó lo que estaba haciendo y lo encaró, sin importarle que habían unos cuantos pacientes en el área –. Y si todavía tienes algo de decencia, no vuelvas a dirigir la palabra. Nunca.

- No pretendo hacerlo – Mario la tomó por el codo con más fuerza de la necesaria –, pero no quiero estar con esta maldita incertidumbre todos los días, pensando en que le has dicho algo a mi jefe...

- Bienvenido al club – Axel logró soltarse de su agarre y se alejó de él –. Yo pasé seis años de mi vida con esa misma incertidumbre, pensando en que me habías hecho, por qué lo habías hecho, qué te hice yo para que me hicieras daño.

Mario apretó con fuerza los puños y su mandíbula se tensó.

- Ya te dije lo que pasó ese día, no te hice nada, solo te tomamos esas fotografías y nada más. Si piensas que abusé de ti, pues no, no lo hice.

Axel deseaba creer que era verdad lo que le estaba diciendo pero algo en su cabeza se negaba a creerlo y por eso mismo iba a tomar medidas legales en contra de ese tipo y esa loca.

No continuó discutiendo con Mario y este se dio por entendido y la dejó en paz por lo que restaba de turno, al igual que McGrath, que de un "señorita Axel, comuníquese con tal área, con el doctor o la paciente, por favor" no pasaba, lo cual ella agradecía. Todavía se moría de la vergüenza por el mal rato que lo había hecho pasar en la cafetería.
Dio gracias a todos los dioses que tenía libre esa noche y la siguiente y así no le vería la cara en varias horas.

Cuando su turno acabó, corrió a cambiarse y deseó aparecer en la cama mágicamente, estaba agotada en todos los sentidos posibles y existentes.

Se despidió de Maia y la joven siempre risueña y alegre, simplemente le ofreció una triste sonrisa con despedida. Iba a preguntarle si todo estaba bien cuando un taxi se estacionó frente a ella y del vehículo, salió Dominic, mucho más repuesto que horas atrás.

- Buenos días –la saludó él, acercándose a ella y ofreciéndole un casto beso en la mejilla –. Dijiste que no confiabas en mis maniobras de conductor en este momento, pero eso no va a impedir que venga por ti. Vamos.

Axel ingresó al carro y no pudo evitar repasar con la mirada la cantidad de dinero que estaba en los números del taxímetro.

- ¿Desde hace cuánto que estás esperando por mí? – le susurró. No deseaba que el taxista escuchara.

- No hace mucho – respondió él, pasando un brazo por sus hombros y atrayendo su cuerpo para que estuvieran más cerca uno del otro.

- Pues te han dado con el taxímetro porque ya lleva marcado demasiado –se burló –. ¿Cómo sigues? ¿Qué tal el brazo?

- Todo en orden señorita, cada hilo está en su lugar.

Soltó un bostezo que la hizo estirarse como un gato y Dominic solamente la observaba con una sonrisa dibujada en los labios.

Regresa a mi Lado✔ (Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora