Regresa a mi Lado✔ (Parte II)

Capítulo 36

- Ya, largo de aquí - insistió Richard, cuando Axel se despidió de Christina por tercera vez.

Luego de despedirse de Bella y todos los demás, decidió confiar en Dominic y su insistencia en que podía manejar a la perfección, pero habían llegado a un acuerdo, él conduciría medio camino y ella la otra parte.

Estaba cansada, tenía sueño pero la desesperación por salir y liberar su mente por unas cuantas horas le parecía más tentador que pasar horas de horas durmiendo para encontrarse a sí misma llorando cuando se despertara y sintiéndose más miserable.

Había sentido una vergüenza tremenda cuando se dio cuenta de que Dom había escuchado su conversación con Bella pero él se había comportado comprensivo y muy amable con ella, no había habido ningún reclamo por su parte y al contrario, le dio palabras de aliento y bromeando en una que otra ocasión, lo que había hecho que ella sintiera que podía salir adelante, que no era el fin del mundo, que no era la única persona que estaba pasando por una situación similar, él también había sufrido y cambió gracias a ella, al igual que ella lo estaba haciendo gracias a él.

Cuando le propuso el irse a la playa no lo pensó dos veces en aceptar ya que quería escapar de todo eso, de toda la felicidad que rebosaban sus amigos y por la que ella estaba contenta pero que no dejaba de dolerle. Sus amigos le pidieron perdón una y otra vez al haber sido tan insensibles y casarse en ese momento en que ella no se encontraba bien, a lo que ella les respondió que estaba bien y que ellos merecían ese momento más que nadie en ese mundo.

- ¿Te importa si pasamos un momento a mi casa para recoger un poco de ropa? - le preguntó Dominic, sin desviar la mirada de la carretera.

- No hay problema.

No deseaba conocer la casa de Dominic, tenía una enorme curiosidad de saber cómo había estado viviendo todos estos años pero el saber que esa bruja había pisado esa casa también, le hacía hervir la sangre del enojo. No deseaba admitir que estaba celosa, porque eso implicaría que sentía algo demasiado fuerte por Dominic aun estando enamorada de Josh.

¿Sería posible que amara a un hombre y estuviese volviendo a amar a otro?

En las películas y novelas románticas era sencillo que la protagonista supiera a cual amaba realmente, simplemente veía cuál de los dos aceleraba más los latidos de su corazón y le daba paz a su alma, pero en su caso, en la vida real no era tan fácil de saber. Ambos aceleraban los latidos de su corazón y ninguno le daba paz a su alma, muy al contrario, ambos provocaban un caos en dentro de su cabeza, sus sentidos y su corazón.

Con Dominic, cuando lo conoció se sintió amenazada, no solo por su forma tan brusca y desagradable que se comportó con ella pero más que eso, se sintió amenazada por su propia falta de racionalismo, que a pesar de estar deseando salir de esa casa, deseaba aún más quedarse con él. Aprendió a amarlo con locura, era un amor tan intenso que ardía en el pecho, lo amó con cada una de sus virtudes y problemas de seguridad. Y con Josh, con él todo había fluido con naturalidad, nada de tratos, de exigencias, él se había ganado su confianza y todo de ella con su personalidad alegre y despreocupada, se sentía segura a su lado, había explorado más de sí misma a su lado y con el día a día cambio su forma de ver cómo era tener una relación madura y le hizo desear más.

Dominic era la locura y Josh era la calma.

¿Qué era lo que su vida necesitaba en ese momento? ¿Locura, calma, las dos o ninguna?

Fijó la mirada en el perfil de Dominic y sonrió al verlo tan relajado y en realidad estaba sonriendo, luego de mucho tiempo de no verlo sonreír de esa manera, le recordó tanto al Dominic con el que había conversado por horas en la biblioteca de su mansión, con el que paseaba por Kings Park en las tardes o noches luego del trabajo y alardeaba que en el jardín de su casa había más variedad de flora que en ese lugar, el que le dijo por primera vez que la amaba en los túneles subterráneos que alguna vez suministraron agua fresca a la prisión Fremantle, diciendo que él era su prisionero desde ese momento y para toda la vida.