7.- El bipolar

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Me levanté de la cama y estiré mis brazos, disfrutando de la sensación de un sábado libre por delante. Estaba de tan buen humor que mi único deseo era pasar todo el día en pijama, viendo películas o series.

Salí a mi balcón para tomar aire fresco y vi a Logan en su ventana, a punto de encender un cigarrillo. Observé cómo lo inhaló y lo exhaló lentamente mientras se quedaba mirando en silencio. A veces, parecía que prefería llenar mi habitación con el desagradable olor del humo en lugar de mantenerlo en la suya.

—Logan— le saludé.

Como siempre, no obtuve respuesta; simplemente continuó fumando.

Su expresión era seria, con las cejas fruncidas, y fumaba con rapidez. Parecía diferente esta vez, su aura era inusual.

—¿Cómo amaneciste?— pregunté de manera casual. Logan alzó una ceja en confusión y sorpresa, y los dos quedamos desconcertados por lo que acababa de preguntar. —Creo que yo bien, digo, ayer fue un día exhausto. ¿Lo fue para ti?

Sin embargo, su respuesta fue irritada y brusca.

—¿Por qué no te callas?— espetó. —Dios, cállate por un momento, ¿puedes hacer eso de una vez?

Sentí un dolor punzante en mi interior. Estaba humillada, herida y enojada. Las emociones me abrumaban y me dejaron sin palabras.

—Yo... está bien— balbuceé, incapaz de articular una respuesta adecuada.

Dentro de mí, gritaba: "¡Dile algo, carajo!", pero Logan simplemente evitó mi mirada y volteó hacia un lado.

Me di la vuelta y salí de mi habitación. No quería verlo, no quería saber nada de él. Me había tratado terriblemente, y todo lo que quería en ese momento era gritarle y lanzarle cosas. Sentía una urgencia vengativa, quería hacerlo sentir tan mal como me había hecho sentir él. Era un completo imbécil.

...

Después de unas horas ayudando a mi madre a limpiar la casa, finalmente regresé a mi habitación. Me dejé caer en la cama, exhausta. Había decidido distraerme en lugar de pensar en lo que había sucedido. Ahora me sentía mejor.

Saqué mi celular y abrí Instagram para hablar con Lilly. Sin embargo, me di cuenta de que el tiempo había pasado volando. El resplandor del balcón reveló que ya era de noche. Decidí ver una película, "Cosas Imposibles".

A medida que avanzaba la película, un nudo en la garganta se hizo presente, y lágrimas escaparon sin control. Estaba extremadamente sensible. Todo lo que quería era llorar hasta quedarme sin fuerzas.

No me di cuenta de que estaba tan absorta en mi teléfono que no noté cuando Logan saltó a mi balcón. Caminó en silencio hacia mí.

—Ya salté, ni siquiera me reproches— soltó después de un rato.

No respondí, incapaz de creer lo que estaba sucediendo. ¿Era real? Después de tratarme tan mal por la mañana, Logan aparecía en mi habitación como si nada hubiera pasado. Tenía una pequeña sonrisa en el rostro mientras se sentaba en la esquina de mi cama y me miraba con calma.

—¿Estás enojada conmigo?— preguntó finalmente.

Seguía sin responder, lidiando con una mezcla de emociones.

—Parece que sí lo estás— sonrió con culpa.

Aún no dije una palabra.

—Me da igual si no me hablas.

Me paré de la cama y me dirigí hacia el balcón. Logan se volvió hacia mí en busca de mi atención.

—¡Lindsey!— gritó.

—¿Estás loco o algo así?— pregunté, sintiendo cómo la rabia e indignación aumentaban dentro de mí. —¿O eres de esos hombres que ven a las mujeres como un chiste?— La expresión de Logan cambió a una de confusión, mientras miraba a su alrededor sin decir nada. —No me vuelvas a tratar de esa manera. No eres nadie para callarme. Recuerda, eres un don nadie. Lo único que haces es autodestruirte con toda esa mierda que inhalas. Que tú no tengas amor propio no significa que puedas tratar a las demás personas como se te dé la gana.

Di un paso frente a él, y él dio un paso atrás, visiblemente sorprendido.

—Dale gracias a Dios que no están mis papás— añadí. —Dale gracias a Dios que no tengo ganas de romperte esa bonita cara.

Logan no dijo nada, pero sus labios formaban una fina línea y su expresión era muy seria, aunque sus ojos revelaban algo diferente. Las lágrimas brotaban de ellos como un río. Estaba parado con las manos detrás de su espalda, mirando hacia arriba para evitar encontrarse con mi mirada.

No sabía cómo reaccionar. No me arrepentía de lo que había dicho, pero tampoco me gustaba verlo de esa manera.

—Lo siento– dijo en un susurro casi inaudible. —Lo siento mucho.

Y, de manera sorprendente, Logan se acercó a mí, me rodeó con sus brazos y apoyó su rostro en mi hombro mientras lloraba aún más fuerte. Lloraba con tanta emoción que podía sentir su dolor. Lo único que pude hacer fue abrazarlo de vuelta.

Lo que nos uníaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora