3.- El cigarrillo

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Mis ojos se abrieron lentamente, y miré el techo durante un momento. Ayer fue un día muy estresante, ya que el primer día en una escuela nueva nunca es una experiencia agradable. Extrañaba a Lilly a mi lado, necesitaba compañía para sobrellevar todo esto.

Me duché, me cepillé y me vestí para enfrentar ese lugar nuevamente. Salí al balcón para tomar un poco de aire fresco, pero, una vez más, ahí estaba Logan, aunque esta vez sin fumar, solo sosteniendo una pequeña taza de café. Nuestras miradas se cruzaron, y él parecía no tener intención de apartar la suya.

—Buenos días —saludé, esbozando una sonrisa fingida.

Logan bebió su café y no respondió, simplemente me miró de arriba abajo.

—Sí, buenos días para mí también —dije sarcástica. Bufé, y él continuaba tomando pequeños sorbos de su taza.

No entendía por qué seguía allí, me estaba poniendo muy incómoda, así que me di la vuelta para entrar nuevamente a la casa. No tenía paciencia para lidiar con él.

—Nunca hay buenos días —dijo, cerrando su ventana. No estaba segura de si lo decía en serio o si solo estaba bromeando.

Salí de mi habitación y me dirigí a la cocina.

—Buenos días, hija— mi mamá estaba sentada cerca de la mesa, leyendo el periódico.

—Buenos días, mamá— le sonreí.

—¿Vas a desayunar esta vez?

—Se me hará tarde ¿Papá ya se fue?— asintió—. Bueno, nos vemos hasta tarde mamá— Me despedí.

Salí de casa. Al menos, ya no me sentía tan perdida. Mi cabeza se giró sola hacia la casa de Logan sin explicación. No había señales de él, así que empecé a caminar.

Me sentía extraña; cada vez que iba a la escuela, Lilly estaba a mi lado. Ella me esperaba afuera de mi casa, con su eterna sudadera rosa. Dios, esto era muy triste. No era fácil dejar de repente lo que solía ser mi hogar y tener que crear uno nuevo. Siempre había querido tener una aventura, pero Lilly era parte de eso.

Escuché una mochila agitándose, así que miré hacia atrás y pude notar que Logan venía corriendo hacia mí. No sabía si debía escapar, seguir caminando o simplemente esperarlo, pero ya era demasiado tarde; él ya estaba a mi lado.

—¿Qué haces aquí?

—Fingir que voy a la escuela, ¿no es obvio? —y ahí estaba de nuevo su actitud irritante.

—...

Era extraño caminar de nuevo con él; era un total desconocido. Ninguno de nosotros hablaba y yo no sabía qué hacer. Faltaba una calle para llegar a la preparatoria, y, como era de esperarse, Logan tomó un camino diferente sin decir una palabra.

Me detuve y lo observé durante un momento. Sabía que algo en él no era del todo normal; tenía que haber tenido alguna experiencia traumática para ser así.

No estaba segura de lo que estaba haciendo, ya era demasiado tarde para dar marcha atrás. Empecé a correr hasta ponerme a su lado.

Logan giró la cabeza hacia mí, confuso y se detuvo.

—¿Qué haces?— Preguntó.

—Te sigo, ¿no es obvio?

—Tienes que ir a clases— señaló el instituto.

Me cruzé de brazos

—Bueno, es mi segundo día. Seguro estarán bien sin mí.

Logan pensó un momento sin apartar la mirada de la mía. Estando cerca de él, noté lo alto que era, apenas le llegaba a los hombros. Su rostro era esculpido, con facciones definidas, labios rosados y ojos cafés que casi parecían negros, con largas pestañas que envidié. Además, su presencia imponía. Encogió los hombros como si lo que hacíamos fuera trivial y continuó caminando como si yo no estuviera allí. Rodé los ojos y lo seguí.

Caminamos durante un buen rato, y gradualmente las personas, los autos y las casas se volvieron cada vez más escasos. Empecé a entrar en pánico. ¿Iba a matarme? Necesitaba salir de allí. No quería ser víctima de mi vecino.

—¿Vas a matarme? —pregunté, nerviosa.

Logan me miró como si estuviera completamente loca.

—¿Qué?

—Estamos bastante lejos de la ciudad, me siento incómoda.

Miré a mi alrededor; no me había dado cuenta de que estábamos en un parque. Había árboles a nuestro alrededor, algunas ardillas correteando, el viento soplaba mi cabello hacia atrás y había un pequeño lago en la distancia con patos nadando.

—No te obligué a venir.

Logan sacó un cigarrillo y un encendedor de su bolsillo izquierdo. Encendió el cigarrillo, protegiendo la llama del viento con su mano, y dio una larga calada. Luego guardó el encendedor mientras exhalaba el humo.

No había notado lo atractivo que se veía. Siempre me había enfocado en su actitud sin darle importancia a su apariencia.

"Debes estar drogada".

Estábamos en medio de la nada, y por alguna razón, no podía dejar de mirarlo. Inhalaba como si su vida dependiera de ello, con la vista fija en el lago. No decía nada, pero tampoco me incomodaba.

—¿Qué tanto miras? —preguntó Logan, irritado.

—Estoy viendo cómo te autodestruyes lentamente.

Él sonrió, una sonrisa pequeña pero perceptible.

—¿Estoy... muriendo? —asentí—. Eso debe ser bueno.

Lo que nos uníaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora