10.- El sentimiento

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Parpadeé varias veces, incapaz de asimilar lo que estaba viendo. Incluso me pellizqué con fuerza, pero la escena continuaba ante mis ojos: los labios de Logan unidos a los de otra chica.

Una confusión abrumadora se apoderó de mí, un torbellino de sentimientos que no podía entender del todo. Me invadió la decepción, el enojo y la envidia, una combinación extraña que me dejó perpleja. Este día estaba resultando ser una montaña rusa emocional, y no sabía cómo manejarlo, así que me quedé quieta, observando la escena con incredulidad.

Logan separó bruscamente sus labios de los de la chica, y sus palabras fueron como un balde de agua fría:

—¿Por qué sigues sin entender? No me interesas, te lo he repetido millones de veces. No me gustas. Y, por favor, jamás te vuelvas a acercar.

De repente, todo cobró sentido. Un alivio se apoderó de mí. Logan había sido cruel, pero al menos ahora era honesto. Aunque sus palabras habían herido a la chica, sentí que finalmente había una claridad en su actitud hacia mí.

Logan, con su típica indiferencia, continuó caminando como si nada hubiera pasado. La chica, por otro lado, corrió hacia el baño, tapándose la cara mientras lágrimas corrían por sus mejillas, golpeándome accidentalmente en su camino.

Me sentí mal por ella. Logan era extremadamente cruel con las personas, y su falta de filtro verbal a menudo causaba daño. Era un completo imbécil en ese sentido.

Caminé hacia él, sin saber muy bien qué decir. Después de todo, lo había visto besarse con otra chica, y había experimentado su rudeza solo unas horas antes. Sin embargo, rompí el silencio y la incomodidad con una broma.

—¿Cómo están tus garras? —le pregunté, intentando aligerar el ambiente y hacerlo sonreír. —Ya sabes, ¿X-men?

Logan arqueó las cejas, evidentemente desconcertado por mi comentario.

—¿Qué? —preguntó con confusión.

Rodé los ojos y le di un puñetazo en el brazo de manera juguetona. Él fingió un grito de dolor, y finalmente pareció relajarse un poco.

Puse un brazo sobre sus hombros con total confianza y lo atraje hacia mí mientras continuábamos caminando.

—Ven, vamos a olvidarnos de este día —le dije, decidida a cambiar el rumbo de nuestra jornada.

Él asintió, esbozando una sonrisa mientras nos dirigíamos hacia su "lugar especial", como él solía llamarlo. A pesar de los altibajos de nuestra amistad, parecía que aún compartíamos momentos que valían la pena.

Lo que nos uníaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora