9.- El frío

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Me levanté de la cama aún adormilada, luchando contra la necesidad de más sueño, y me dirigí al baño. Pasé por mi rutina matutina casi en automático: ducha, necesidades y cepillado de dientes.

Cuando salí del baño, ya vestida, traté de evitar la posibilidad de otra situación incómoda con Logan, así que tomé precauciones. Peiné mi cabello con los dedos, ya que no necesitaba mucho más que eso, y salí de mi habitación.

Coloqué mi mochila sobre mis hombros y salí de casa. A esa hora, mis padres ya habían partido. Me encontré con Logan en el camino hacia la preparatoria. Vestía su clásica combinación de una sudadera negra y jeans del mismo color, con su mochila colgando de un hombro. Corrí para ponerme a su lado, sin decir nada, porque sabía que no debía esperar respuesta de su parte.

Como era de costumbre, caminamos juntos en silencio, observando a las personas que seguían sus rutinas matutinas. Noté que Logan tenía la mirada perdida en el suelo, y su expresión era más cansada y triste de lo usual. Era evidente que algo lo estaba afectando profundamente.

—¿Estás bien? —pregunté con preocupación.

—¿Acaso importa cómo estoy? —respondió con una voz dura y más cortante de lo que yo esperaba.

—Logan... te pregunté cómo estabas, no es para que me grites —intenté mantener la calma, pero sus palabras me afectaron de cierto modo.

—¿Pero a ti qué te importa cómo esté? —continuó con su tono hostil—. A nadie le ha importado.

—Pero a mí sí —afirmé con determinación—. Aunque tú no lo creas, me importas, porque ya formas parte de mi vida.

—Entonces, tu vida es una mierda —dijo antes de avanzar, dejándome atrás sin más.

Me quedé quieta, procesando sus palabras. "Tu vida es una mierda" se repetía en mi mente. Tal vez, en cierto sentido, tenía razón. Tal vez mi vida era aburrida y carente de significado. Logan, con su frialdad y sus palabras crueles, me había forzado a enfrentar una realidad incómoda.

Continué caminando hacia la preparatoria, tratando de asimilar todo lo que había sucedido. Sus palabras me habían herido profundamente. Me pregunté si mi vida realmente carecía de propósito, si todo lo que hacía era insignificante. Me sentía triste y decepcionada de mí misma, sin saber qué hacer.

A pesar de tener amigos y familiares lejos, me sentía sola y perdida. Mi amiga estaba a cientos de kilómetros de distancia, sin nadie con quien hablar de trivialidades. Y estaba este chico, Logan, que siempre parecía querer herir a los demás sin razón aparente. Además, yo era de esas personas, alguien que intentaba convertir su vida en una gran aventura, mientras me sentía atrapada en mi propia monotonía.

Al llegar a la escuela, me senté en el aula y traté de concentrarme en las clases, aunque mi mente seguía divagando. "Tu vida es una mierda", resonaba en mis pensamientos. La náusea se apoderó de mí, y de repente, tuve que correr al baño. Vomité en la taza del inodoro con fuerza, sintiendo cómo mi estómago se revolvía y dolía al mismo tiempo.

Cuando finalmente terminé, me quedé ahí, agotada y sintiéndome débil. Miré mi reflejo en el espejo del baño: ojeras, rostro cansado y labios sin color. Era evidente que algo no estaba bien, pero no sabía por qué me sentía así.

Salí del baño y me detuve en seco al ver a Logan besándose con una chica en el pasillo. El mundo se volvió borroso mientras las lágrimas llenaban mis ojos, y me quedé paralizada, preguntándome qué estaba pasando y cómo había llegado a este punto.

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