11.- La planeación [2/3]

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—Fue fácil —confesó Logan, ayudándome con una división.

—Sí, claro —respondí, con un toque de sarcasmo.

—Bueno... —suspiró, visiblemente agotado—. En cada lugar debemos estar tres horas, no debemos pasarnos de ese tiempo. El tiempo de viaje dependerá de la carretera, por lo que no puedo calcularlo con precisión, pero estimo que será de al menos dos horas, máximo tres. Así que, en total, serían tres días que pasaríamos juntos. Además, he oído que en Nueva York hay fiestas muy geniales, quizás podamos asistir a algunas.

Puse una mano en su hombro cuando terminó de hablar.

—Amigo, me perdí en el camino. Solo escuché algo sobre fiestas.

Logan bufó, algo irritado.

—Deberías prestar más atención en matemáticas, eres un desastre en eso.

—Tal vez. Pero, por cierto, ¿cómo es que sabes tanto de matemáticas? No vas mucho a la escuela, después de todo. Aún no entiendo tu inteligencia —dije, arrugando ligeramente la frente.

Logan se encogió de hombros con indiferencia.

—Me gusta leer.

Esa respuesta me pareció adecuada. Logan era un enigma, y los libros parecían ser su refugio y su fuente de conocimiento. Era como si escondiera todos sus secretos en las páginas de esos libros, y solo los revelara cuando quería.

No dije nada más. Anoté dos palabras en mi libreta, y le mostré a Logan lo que había escrito. Lo miró con atención, como si tratara de descifrar si era una broma o algo más serio. En realidad, yo misma no estaba segura.

Logan, a pesar de sus palabras hirientes y su actitud fría, se había convertido en alguien muy especial para mí.

—En mi habitación tengo un mapa mundial. Podemos usarlo para señalar los lugares a los que queremos ir, ¿qué dices? —Logan ignoró las palabras escritas en mi libreta. No pude evitar sentirme un poco mal.

Logan nunca cambiaría, era quien era.

Salimos de mi casa y entramos en la suya. El olor a alcohol y cigarrillos nos golpeó de inmediato. Las botellas de tequila, vodka y ron estaban esparcidas por todas partes.

Llegamos a la sala, donde la madre de Logan estaba sentada en el sofá, sosteniendo una botella de tequila y un cigarrillo a medio consumir en la otra mano. Sus ojos se posaron en mí con una expresión molesta, y puso las cejas en alto. Noté que no compartía mucho parecido con Logan. Tenía ojos verdes como esmeraldas, cabello castaño y una piel más oscura que la de su hijo.

—¿Quién es esta? —preguntó con tono despectivo.

Logan suspiró.

—Es una amiga.

—Pues, no la quiero aquí —sentenció, tomando una larga calada de su cigarro.

—Por eso nadie te quiere —respondió Logan. Me tomó de la mano y me llevó a su habitación.

No sabía cómo sentirme en ese momento. Me sentía incómoda y fuera de lugar en esa casa. Me preocupaba profundamente por Logan. Ahora tenía sentido su actitud y su personalidad. No sabía qué hacer, así que simplemente seguí a Logan mientras subía las escaleras.

Mis ojos se abrieron con sorpresa al ver su habitación. Nunca la había visto con detenimiento antes, y era muy diferente a lo que había imaginado. Estaba más ordenada y limpia que la mía. No olía a alcohol ni a cigarrillos. Ahora entendía por qué Logan fumaba afuera de su ventana: mantenía su habitación en orden. Cerró la puerta y, detrás de ella, reveló un mapa del mundo en la pared.

Logan tomó un lápiz de su escritorio y comenzó a trazar círculos y líneas en el mapa.

—¿Logan? —lo llamé, esperando una respuesta sincera.

—¿Sí, Lindsey?

—¿Por qué no me respondiste cuando te escribí "Te quiero"? —pregunté, preparándome para una respuesta potencialmente hiriente.

Lo que nos uníaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora