Lo que nos unía

17.- El frágil

Hice un esfuerzo sobrehumano para no gritar de lo aterrada que me sentía. Logan estaba ante mí, visiblemente desconcertado, y no parecía saber cómo reaccionar, luchando por mantenerse en pie.

Cerré los ojos por un momento, inhalando profundamente. Quería mostrar fortaleza frente a esta espantosa situación, pero en realidad, lo que deseaba era llorar ante el dolor que me provocaba verlo en ese estado. Logan parecía tan vulnerable en ese momento.

Cuando abrí los ojos, escuché a Logan saltar a mi balcón, pero al llegar a mi habitación, no pudo mantenerse en pie y emitió un grito de dolor mientras se retorcía, tratando de aliviar su sufrimiento.

No lo pensé dos veces y me acerqué rápidamente para ayudarlo. Pasé su brazo sobre mis hombros y lo guié con cuidado hacia la cama.

—¿Qué te sucedió? —pregunté, casi en un susurro, tratando de evitar que el nudo en mi garganta se hiciera más grande.

Logan me miró con dureza al principio, pero luego su mirada se suavizó.

—Venía de camino a casa. Había salido a comprar algunas cosas, y cuando regresaba, un grupo de hombres me atacó. Me robaron todo lo que tenía, me golpearon y me amenazaron diciendo que si hablaba, volverían —habló tan rápido que apenas podía comprenderlo.

Me quedó la sensación de que Logan no estaba siendo completamente honesto. Parecía haber fabricado toda esa historia para proteger a alguien más, y me enfurecía que no pudiera abrirse y contar lo que realmente había sucedido. No comprendía por qué ocultaba tanto.

—Deberíamos llamar a la policía —afirmé.

—¡No! —exclamó, sus ojos se abrieron ampliamente.

—¿Por qué?

—¿No escuchaste lo que dije? Amenazaron con volver si hablo —respondió, desviando la mirada, claramente nervioso. Sabía que escondía algo.

—Está bien —suspiré—. Al menos permíteme limpiar un poco esas heridas.

Logan asintió y miró hacia el suelo, como si estuviera inmerso en sus pensamientos en un abrir y cerrar de ojos. Estaba convencida de que Logan estaba revisando todo lo que había sucedido, lo que había dicho y hecho para proteger al verdadero culpable. En ese momento, estaba luchando por mantener la cordura.