Mientras más lo pensaba más me dolía. Era de esperarse algo así proviniendo de la señora Reynolds.
¿Por qué la vida me trataba de esta forma? ¿Por qué no podía estar en paz?
Estaba acostada mirando hacia el techo, era noche y escuchaba claramente cómo un grillo hacía su canto.
Alguien tocó la puerta y luego pasó. Mi mamá tenía una pequeña bandeja con un plato de galletas y un vaso de leche tibia sobre ella. Me sonrió con tristeza cuando me vio.
—Te traje esto para que duermas tranquila— Dijo con dulzura.
En sus ojos se notaba preocupación y tristeza. Desde que murió Logan, era la única que no se había rendido en soltarme. Siempre estaba ahí por más que la alejara. Era tan fuerte.
—Gracias— Dije, con un hilo de voz, mirándola de reojo.
Ella se acercó y se sentó al borde de la cama, apoyó una de sus manos en mi pierna y empezó a acariciarla.
—¿Estás bien?— Preguntó, cuidadosa. Sabía que cualquier palabra podía afectarme en segundos.
Dirigí mi vista hacia ella. Mi mamá estaba mirando hacia el suelo, esperando a que llorara como otras noches.
—Estoy bien— Espeté, aunque no era cierto. —No te preocupes.
Ella alzó la vista sorprendida, luego volvió a su postura y sonrió. Era la primera vez que había dicho eso en meses. Estaba feliz por mi mentira, y eso me hacía sentir peor.
—Me alegra escuchar eso, Lindsey— Alzó un poco la voz en alegría. —Sigue así, todo estará bien.
"Todo estará bien".
Había escuchado eso tantas veces que me era normal no sentir nada, ni una pizca de esperanza. Era tan repetitiva que irritaba. Nada iba a estar bien y ellos lo sabían. Nada.
—Gracias— Volví a decir de la misma forma que antes.
Ella volvió a sonreír y se paró.
—Mañana vienen a cenar los nuevos vecinos— Anunció, bajando nuevamente la vista. —Por si quieres acompañarnos.
Oírla decir eso me dolía como nunca antes, todos empezaban a olvidar a Logan, excepto yo. Su alma seguía aquí, podía sentirlo. Era la misma que no me dejaba dormir, que no me dejaba salir de la tristeza y de la ansiedad.
Los nuevos vecinos eran la última gota para que todos olvidaran quiénes vivieron en esa casa. No quería que olvidaran a Logan, no podía lidiar con esto sola.
Quería llorar en ese momento, por lo que sólo asentí y me di la vuelta. Lo último que escuché ante de obligarme a dormir, fue la puerta cerrarse.
Mañana conocería a las personas que iban a vivir en la casa del difunto Logan, mi Logan.
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Lo que nos unía
Ficção AdolescenteEn un nuevo comienzo en una ciudad desconocida, Lindsey se encuentra en un mundo completamente ajeno. Sus padres se mudaron por trabajo, y mientras intenta adaptarse a esta vida llena de cambios, un inesperado vecino entra en escena. Logan, su enigm...