Capítulo XII

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¿Por qué cuando todo estaba de maravilla tenía que pasar algo que lo arruinara todo? Estaba cansada de que cuando me sentía, apenas, un poco feliz alguien llegara a arruinarlo. A veces me gustaría perder el contacto con todas las personas que lo único que hacían era destruirme la vida con sus palabras.

Había considerado seriamente irme a otra cuidad o país, para poder empezar de nuevo, pero luego recordaba que aunque tratara de huir, de una forma u otra, ese ser despreciable, miserable, inhumano, imbécil, y muchos adjetivos desagradable más, encontraría la manera de amenazarme.

Katherine tomó mi mano para tranquilizarme. Tenía hacerlo o mi presión arterial subiría y, según había leído, no era bueno para el embarazo. —... Ellie, debes calmarte.

—Sí, no puedes alterarte —Allison me miró, preocupada—, no le hace bien a los bebés.

— ¡Yo no estoy alterada! —Me levanté de un saltó de la cama para empezar a caminar de un lado a otro por el dormitorio.

— ¡¿Podrías tranquilizarte de una vez por toda, Elizabeth?! —gritó Allison, perdiendo la paciencia.

—Vamos, Elizabeth —susurró, Katherine—. No puedes ponerte así por las idioteces que ese imbécil pudo haberte dicho —agregó, poniéndose de pie para hacerme sentar, nuevamente, en la cama.

Estaba harta, de tener que estar vinculadas a personas que lo único que les interesaba era lo que pudiera salir de su familia o de ellas mismas en los periódicos. Personas que no les gustaba estar involucradas en ningún tipo de escándalo que pueda dejar en "ridículo" su status social.

Y claro, estar relacionado, directa e indirectamente, con Elizabeth MacArthur la embarazada y ex famosa bailarina, daría mucho de qué hablar (y no sería nada agradable) de las personas que estaban involucradas conmigo, específicamente Tyler y por consiguiente de su inhumano padre, John Geisler.

Allison me agarró de las manos para que dejara de moverme. — ¿Qué fue lo que te dijo? —Sólo recordarlo me ponía como una desquiciada.


—Se puede saber para qué demonios me está llamando. —Le había gritado apenas contesté la llamada. Todavía recordaba las horribles cosas que me había dicho.

¡Insolente! Deberías a aprender a controlar tus palabras.

— ¿Qué? —Reí para molestarlo—. Déjeme informarle que usted no tiene ningún derecho para hablarme así, porque hasta donde tengo entendido usted no es absolutamente nadie en mi vida ni tiene ninguna autoridad sobre mí. —Nunca le había faltado el respeto a una persona mayor, pero ese señor se estaba metiendo con la única razón que me mantenía luchando.

¿Quieres apostarlo?

—Señor —Me encerré en el baño para no despertar a Katherine—, ¿qué demonios quiere? Pensé que le había dejado bastante claro la última vez que no quería volver a saber de ninguno de ustedes. —Me empezaba a alterar demasiado.

Lamento informarte, querida, que hasta que no elimines esa Cosa... — ¿Eliminar esa «Cosa»? ¿No le había dejado bastante claro que era un bebé?—, y si no lo haces por voluntad propia, me encargaré de hacerlo yo mismo.

— ¿Y cómo lo hará? —pregunté con cinismo. En ese momento me desconocía a mí misma.

No quieres saberlo, pero te puedo asegurar que lo mejor que podrías hacer es deshacerte de ese bastardo antes de que tome cartas en el asunto y si lo hago podrías salir malherida.

Nueva vida, Nuevo comienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora